La denuncia de una niña de 12 años lleva a los Mossos hasta una red de pederastia que ofrecía a menores en 'apps' de citas para adultos

«Tras esa denuncia, verificamos su relato y nos ponemos a investigar. Desde el principio supimos que sería algo largo y difícil porque había muchos autores y muchas víctimas», ha detallado este viernes el inspector Josep Antoni López Garzón. Dos años en los que los investigadores han tenido que «visionar y escuchar barbaridades, con mucho detalle» para poder identificarlos, con la «carga emocional» que ello conlleva, por la dureza de las imágenes.

Gracias al testimonio de la menor, llegaron al inmueble del barrio de Ciutat Vella, donde se encontraba el líder del entramado. Un individuo, que ahora tiene 48 años y atesora antecedentes policiales por haber prostituido a menores en un piso de Valencia, en 2010. «Bagaje que pone en práctica en Barcelona, donde convirtió el piso en un centro de captación». Contaba con trabajo remunerado, completamente normal y, además, había convertido la vivienda en un alojamiento turístico sin licencia, al que los visitantes accedían con un código. El mismo espacio era en el que operaban los depredadores sexuales.

Este registro se saldó con la detención del pederasta, en junio de 2022, aunque tras pasar a disposición judicial, quedó en libertad bajo fianza. Esta primera fase de la operación permitió a los Mossos incautarse de ingentes grabaciones de las agresiones sexuales. También de los dispositivos informáticos del individuo y de su móvil. Ahí comenzó la segunda fase de las pesquisas, que es la que se ha alargado hasta ahora: había que rastrear minuciosamente el contenido para poder identificar a víctimas y depredadores. Los agentes filtraron 1.300 vídeos de explotación sexual infantil, de ellos, 250 se grabaron entre 2016 y 2022. También más de 2.000 conversaciones de contenido pedófilo. Sólo en una de ellas, el líder de la red hizo referencia a 79 agresiones sexuales a menores. Parte de la misma ya ha sido verificada por los Mossos.

«Descubrimos así una trama que funcionaba con un pederasta que ponía a otros pederastas en contacto con menores», ha apuntando el inspector. Las víctimas, dos niñas y nueve niños, tenían entre 12 y 17 años cuando fueron agredidas. Los depredadores, entre 19 y 50. «Personas de todos los estatus sociales». A los menores los captaban a través de redes sociales «que usamos todos» y luego se ganaban su confianza. «Los compensaban con regalos, dinero o facilitándoles el consumo de lo que a esas edad tienen prohibido: tabaco, alcohol y drogas». A una de las menores la llegó a utilizar para captar a otros jóvenes.

El líder del entramado grababa las agresiones sexuales y, posteriormente, distribuía el material de abuso o explotación infantil. «La pornografía infantil no existe», ha subrayado el inspector. Había menores de entornos vulnerables -ninguno tutelado- y otros de familias estructuradas, «como podrían ser mis hijos o los vuestros», ha precisado. En un principio, la gran mayoría «no se sentían víctimas» y no querían denunciar. Finalmente, diez de ellos sí han prestado declaración.

Al respecto, una advertencia: «Nadie dejaría a su hijo en Ciudad Juárez (México) por la noche. Pero Ciudad Juárez está en nuestras casas en todo momento, si no sabemos con quién hablan, que 'apps' utilizan, o juego infantil. El depredador siempre está detrás», ha alertado López Garzón, que constata que las investigaciones al respecto están al orden del día en su departamento, el Área Central de Cibercrimen.

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Con el líder de la red de pederastia en libertad, y la segunda fase de la operación en marcha, la de visionar imágenes y monitorizar conversaciones, «la que más carga comporta», la Policía catalana descubre que el individuo 'ofrecía' a los menores a través de aplicaciones de citas para adultos. «Y comenzamos a buscar víctimas en esos 250 vídeos», ha detallado el instructor de las diligencias, el cabo David López.

No ha sido una tarea fácil, no sólo por la carga emocional, sino porque algunas de las imágenes son de 2016. Cuanto más tiempo pasa, más difícil es. Así que revisan los registros telefónicos del autor para poder, a través de chats -«en las que comentaba las agresiones, como si fuese un postpartido»- y conversaciones, llegar hasta la identidad de las víctimas. «Buscaba prostituirlos, y producir material de explotación. También mantener relaciones sexuales grupales con ellos», ha precisado. Su objetivo no era económico, sino que le «gustaba» dirigir las agresiones.

Las pesquisas han llevado hasta dos perfiles de agresores. «Los pederastas que buscan menores y los denominados situacionales. Aquellos que, en el marco de una conversación de carácter sexual, podemos intuir que no tiene preferencia por niños, pero si se los 'ofrecen', acaban consumando una agresión a este menor», ha explicado López, «cuando el comportamiento normal sería denunciarlo o, como mínimo, cerrar ese chat». Del total de detenidos, once tenían ese «perfil».

El líder de la red les había ofrecido a un menor y accedieron. «Hay un mercado de prostitución de menores en 'apps' de citas para adultos que no aflora», alertan los Mossos. Lo más preocupante para los investigadores es constatar que «cualquier menor está expuesto» por su acceso ilimitado a internet.

Tras esta segunda fase de la investigación, el cabecilla, que perpetró, al menos, 38 agresiones sexuales, ha ingresado en prisión provisional, junto a otros dos detenidos. La desarticulada por la Policía catalana, no era «una red secreta de pedófilos, que empleasen grandes medidas de seguridad». Era una red que se valía, simplemente, de las redes sociales. Ahora, los agentes tratan de identificar a once víctimas más y a otros 14 agresores. «A veces, presentar una denuncia cierra un círculo y puede evitar que otros también sean víctimas», ha animado el inspector.