Mario Vilau, a sangre y fuego

Y Mario responde a toda la esperanza que se ha depositado en él. El pasado domingo tenía ante sí uno de esos desafíos que marcan la personalidad de un torero. Estaba anunciado en la novillada de la feria de Céret, en donde se rinde culto al toro como máximo protagonista de la Fiesta. No defraudó, al contrario, lo dio todo que fue mucho y bueno. Se enfrentó a dos novillos serios y bien armados de Quintas y demostró firmeza y valor además de un buen concepto. Salió a la plaza a triunfar sí o sí, y se batió el cobre desde que se fue a recibir a porta gayola a su primero, al que cortó una oreja.

Quería más el catalán y de nuevo a la puerta de toriles, con unas irrefrenables ganas de triunfo. Hubo profundidad en las series con una y otra mano. El público con él, y sabía que con la espada podía rubricar el triunfo. Se perfiló ante los pitones y se tiró a suerte o verdad. Cobró una estocada a la vez que el pitón alcanzó el muslo izquierdo del torero. Triunfo a sangre y fuego. No le importó la herida porque quería salir por la puerta grande, y a hombros se lo llevaron para pasar de inmediato a las manos de los médicos. Una cornada extensa con tres trayectorias de la que fue intervenido en el hospital de Perpiñán.

Afortunadamente las heridas evolucionan bien y Mario ya está loco por volver ponerse delante de un toro. Hay esperanza.