Espinas en el camino

Y si ponemos el foco en los matadores, hay que reconocer la afición y el coraje del diestro de Montcada Serafín Marín. No se resigna al ostracismo quien sabe que tiene la moneda y lucha por cambiarla, a ver si por una vez cae de cara. Marín ha demostrado sobradamente sus cualidades frente al toro. Ocupó un buen lugar en el escalafón superior y se jugó las femorales dentro y fuera del ruedo en su postura de defensa de la Fiesta en su tierra frente al ataque político.

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Como decía, no se resigna a que su carrera pueda acabar en el olvido. El 21 de septiembre tiene una cita clave con la afición y consigo mismo. Le espera la plaza madrileña de Las Ventas, en donde tantas veces ha dejado constancia de su calidad. Sin dudarlo aceptó el reto de volver al primer coso del mundo. Un compromiso al que hay que llegar con un mínimo bagaje y, como aquí las oportunidades se le plantean nulas, sin la mínima vacilación ha emprendido viaje a Perú para torear al menos alguna corrida que le mantenga vivo profesionalmente. Una decisión valiente en la que demuestra que, lejos de volver la cara, afronta con responsabilidad lo que tiene por delante. Serafín Marín sabe mejor que nadie, que los caminos no son rectos y están plagados de espinas.