Durante su turno a la última palabra, el individuo, para el que la Fiscalía solicita nueve años de cárcel por desórdenes y atentado contra la autoridad, ha reprochado que durante todo este tiempo se han dicho «muchas mentiras» sobre lo ocurrido.
La defensa del hombre, F.L.G., ha insistido en que los lanzamientos no se realizaron con pirotecnia peligrosa, sino que empleó artefactos que emiten luz pero que no se caracterizan por una gran detonación, y que estallaron a una distancia considerable del helicóptero.
Durante su interrogatorio en la Audiencia de Barcelona, el acusado ha detallado que lanzó tres cohetes en total y que, entre el primero y el segundo, el helicóptero se acercó más a la zona donde estaba.
«El cohete lo lanzo verticalmente, no lo dirigía a ningún punto. De hecho, si apuntas a un radio de cinco metros es muy difícil fallar». Así, ha asegurado que no sabía que era el helicóptero de los Mossos, a pesar de que estuviera logotipado, porque ya era de noche y creyó que podría ser de un medio de comunicación.
Por su parte, el piloto de la aeronave ha indicado que escuchó la detonación a una distancia de entre cinco y diez metros, y que entonces volaban a unos 300 pies -una altura de 90 metros-. Durante su declaración como testigo, ha señalado que uno de los cohetes les hizo desestabilizarles y les obligó a cambiar la dirección del vuelo.
En la última sesión del juicio, que comenzó la semana pasada, la fiscal ha reprochado al acusado de dar una «versión inverosímil de los hechos», y por ello mantiene su petición inicial, condenarlo a una peña que supera los nueve años de cárcel, mientras que la acusación particular, que ejerce la Generalitat, pide una pena de dos años por atentado y lesiones leves.
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