Branyas, que tiene una cuenta de Twitter desde hace años en la que ella, o sus allegados, iban dando pinceladas de su vida, se ha disculpado en un mensaje por no poder contestar individualmente todos los mensajes. «Estoy sorprendida y agradecida por la expectación generada», asegura la abuela nacida en Estados Unidos en 1907, que da las gracias «a todo el mundo por el interés mostrado, aunque yo no he hecho ningún mérito».
Branyas comenta que, ante el agobio vivido, ha decidido de acuerdo con la dirección de la residencia en la que reside que no dará entrevistas. «Mi biografía es lo suficientemente conocida y no hay nada de nuevo», recuerda. En esta línea se ha mostrado comprensiva con el interés suscitado entre los periodistas pero ha añadido que «sois muchos y yo no tengo voz para todos».
«Necesito paz y tranquilidad. Mi mundo ahora es el de la memoria», sentencia en su publicación Branyas, que incide en que hace 22 años que vive en el centro residencial de Olot y que no quiere «que se altere el día a día de los residentes ni del personal que nos cuida».
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