Puntadas en un patrón para hilvanar el futuro

Desde la pasarela al 'backstage'. Una iniciativa «que establece sinergias entre todos los empresarios y diseñadores de moda a nivel de las distintas provincias, que pone en común las necesidades, oportunidades y distintas opiniones que se pueden llevar a cabo para desarrollar aún más el sector», destaca Pettit. Un proyecto, subraya, que se extiende más allá de los desfiles -que también- como los que se han celebrado este mes en Burgos en el marco 'Espacio Moda' para presumir de etiqueta 'Hecho en Castilla y León'.

Un proyecto que busca también tejer una red entre todas las piezas con las que confeccionar un modelo fuerte. Poner en contacto a escuelas y diseñadores con firmas y empresas del textil y que van más allá de los vestidos de la pasarela. Tejidos, moquetas que cubren suelos de hoteles y aviones, sistemas para reducir el impacto acústico... también salen de una industria asentada en Castilla y León «menos conocida» y sobre la que también se pone el foco. Se está elaborando un «mapa de lo que tenemos» y que permita posicionar todas las iniciativas, que son muchas y variadas, con más de medio millar de empresas vinculadas al sector.

Eso sí, «muy atomizado», coinciden Pettit y Cetulio al hacer la radiografía. Y, reconoce la directora general de Comercio, un sector sobre el que pesa la falta conocimiento incluso entre los propios eslabones de esta cadena. Y es que tras un año de andadura «hemos visto que hay empresas de Béjar que están haciendo cosas que a lo mejor otras en Burgos no conocían». De ahí el hincapié que quieren hacer en la promoción, tanto interior como, sobre todo, en el exterior. Desde la Consejería, subraya la directora general de Comercio, tienen claro que deben hacer y estar presentes en más eventos en Madrid, Barcelona o incluso París. «Al final es donde están los clientes», apunta.

Este año, una decena de firmas de la Comunidad han participado en la Feria Km0 Moda celebrada en Madrid en el marco de la Mercedes Benz Fashion Week Madrid, «una oportunidad de establecer contactos estratégicos, descubrir tendencias emergentes y explorar nuevas oportunidades de negocio». El resultado, destaca Cetulio, que estas compañías «están recibiendo ofertas de trabajo y de proyectos casi constantemente» para sus firmas de calzado y ropa de pura lana merina, botones metálicos, bordados, forros, lanas... «Nuestras empresas han destacado» también por ese «cómo hacemos las cosas en Castilla y León», valora la secretaria general de CEOE.

Su carácter «tradicional, sostenible y de proximidad», además de un «talento impresionante», el «saber hacer y calidad» son valores que destacan desde el Gobierno autonómico de un sector que cada vez gana más peso y en el que han puesto el foco para que brille todavía más. No en vano, con 504 empresas y 2.300 personas afiliadas a la Seguridad social en el ámbito de la moda, representa casi un cinco por ciento de la industria de Castilla y León. Pero, inciden, «tenemos que luchar por elevar ese porcentaje», conscientes de que genera empleo y actividad. Otro de sus números que avalan la apuesta: factura más de 200 millones de euros anuales. Pero «creo que queda bastante por hacer y avanzar para que este sector resurja y vuela a tener esa visibilidad que se necesita aquí y también fuera porque tiene mucho margen para seguir creciendo», se muestra convencida Cetulio.Lograr que esas empresas que se fueron, vuelvan, que los jóvenes diseñadores y emprendedores puedan salir para aprender, pero que regresen.

Una calidad que reivindica Carlos Rodríguez Arias, quinta generación de Paños y Tejidos Cipriano Rodríguez Arias, una de las empresas que sobrevive en Béjar. Y es que, lamenta, la actividad industrial del sector «ha bajado un disparate» desde hace aproximadamente un cuarto de siglo, cuando la elaboración también de los tejidos se trasladó al sudeste asiático, «zonas donde el pago de la mano de obra es mucho menor». Aunque, apunta, es Europa y también España quienes «imponen la moda», la fabricación se traslada a China, Tailandia, India, Egipto... lo que ha provocado una fuerte herida. Ellos, con más de 180 años de historia, se mantienen, con casi 25 empleados, pero nada que ver con un pasado no tan lejano del que queda un recuerdo y la ilusión de que Béjar vuela a ser lo que fue. Pero para eso, clama, se debe «volver a la fabricación nacional» y demanda que, por ejemplo, en los contratos que lanza la administración para los uniformes -en los que esta localidad salmantina tenía su fuerte- las condiciones no sean tan excluyentes que dejen sin opciones a quienes durante años demostraron su valía y capacidad. «Nos lo quitaron y nos hicieron polvo», lamenta Carlos. Así que con 66 años y quinta generación en la empresa fundada en 1842 por Cipriano Rodríguez-Arias, lo ve tan negro que no quiere que una sexta tome su relevo. «No sé ni cómo nos mantenemos», reconoce. Recuerda que se han ido «adaptando a los tiempos» y quitado servicios que antes daban -suprimieron la tejeduría a la que sí se dedican otras cuatro firmas en Béjar-, de modo que ahora se centran en hilado y acabado.

Tiradas más cortas y lujo son parte la tabla de salvación a la que se han agarrado en una empresa que, pese a la dificulta del momento, sigue siendo «líder» en su sector. «Si entrara trabajo, todavía hay capacidad», porque en Béjar, donde ya en el siglo XIX se estableció una escuela industrial, se mantiene ese «conocimiento» y capacidad de hacer «todo el proceso», defiende este veterano.

El de la moda, el textil en su conjunto, «es un sector que da visibilidad a Castilla y León», subraya Cetulio, de ahí que consideren «importante» el subir la intensidad del foco de atención que se presta, por lo que ya aporta y por las potencialidades que presenta. «Desde la Junta de Castilla y León apoyaremos a todas las empresas que quieran instalarse» en la Comunidad «porque beneficia a todos», defiende Pettit, quien recalca la apuesta por «pelear» para «mantener» el tejido que ya está, que vuelvan quienes se marcharon y oportunidades a quienes se adentran en este mundo.

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Un ejemplo, el Concurso de Jóvenes Diseñadores, cuyo ganador en la pasada edición ha podido exhibir su diseños este año. Allí, el vallisoletano Manuel Pérez Rivera, de 22 años, ha mostrado sus originales creaciones junto a nombres propios de este mundo. María Lafuente, Fely Campo, Ainhoa Salcedo, Raquel Tomillo, Baro Lucas o José Martín. Son sólo algunos de los diseñadores que han mostrado en Burgos sus últimas propuestas. Todos diseñadores de Castilla y León, tierra en la que hunden también sus raíces marcas de moda con sus propias tiendas y diseño tan característico como Kilarny.

Por el momento, el joven Manuel Pérez, estudiante en Burgos, quiere ir paso a paso, consciente de que «producir tu marca es muy complicado». Así que se ve «trabajando para otros» sin renunciar a otras aspiraciones más altas. Este año, con el estrés y la «presión» de llegar a tiempo, ya ha subido a la pasarela ocho modelos en los que se ha encargado desde el diseño, al patronaje y la confección. Piezas «totalmente exclusivas», insiste, consciente de que las prendas limitadas elevan el precio, «pero es una estética que te puede gustar» y a esa diferencia apela este joven que llegó al mundo de la moda después de cursar Bachillerato de ciencias y quedó prendido. «Ya forma parte de mi vida», asegura, agradecido por el «reconocimiento y chute de maduración» que ha supuesto ese desfile de ocho looks. Está empezando, pero sí reclama «más promoción» para que «nos conozca el resto de España y el mundo».

«Tenemos que apostar por lo nuestro, por nuestro saber hacer», defiende Pettit, quien a la vez que reconoce que «hay que adaptarse a lo que el consumidor quiere» y ahora impera el 'fast fashion' en el que «aunque parezca mentira la gente se marcha muchísimo dinero», debe también volverse la vista a lo más cercano. «Animo a los consumidores a que prueben a comprar moda de Castilla y León, porque a lo mejor se sorprenden en cuanto a los precios y la calidad», insta también Cetulio, convencida de que la producción autóctona «probablemente sea muy, muy competitiva».