buenos días, vietnam

Renfe: Baja Velocidad

Vivo preocupado porque Renfe funciona mal y yo, si se acaban los trenes, no sabría dónde escribir. Me tocaría buscarme un café como a los articulistas del siglo pasado

Un acta fija

Ella y él se casan de forma muy original

ical

Me gusta conducir, como el anuncio aquel de BMW, sobre todo si llevo copiloto y todas las carreteras de Valladolid escapan hacia el sur. Pero tengo con los trenes un idilio de la infancia, algo que a Freud le habría dado para una conferencia y ... dos libros. Hago Valladolid-Madrid dos veces por semana y esos días alegres, sobre las vías, escribo dos columnas: una de ida y una de vuelta. Casi como aquello que decía Cossío de que conviene escribir dos artículos cada día: uno para vivir y el otro para beber. Estoy por decirle al periódico que me pague la oficina, que es portátil, porque donde escribo a gusto y a alta velocidad es en el AVE. He llegado a dormirme de Valladolid a Segovia y escribir una declaración de amor perfecta en lo que el tren llegaba a Madrid.

Pero vivo preocupado porque Renfe funciona mal y yo, si se acaban los trenes, no sabría dónde escribir. Me tocaría buscarme un café como a los articulistas del siglo pasado. Tal vez el desaparecido Teide, la botillería de Pombo… Desde hace tiempo el Gijón es un museo y a los museos no se va a escribir. En movimiento las ideas fluyen mejor y como no sé escribir caminando, lo hago en los trenes igual que los bebés desesperados se duermen mecidos por el traqueteo de un vehículo. Digo que funciona mal porque se les cayó la aplicación hace días y seguimos sin noticias. «Hemos perdido los datos de muchos usuarios», me dijo tranquilizador por teléfono uno de sus agentes y no han conseguido recuperarlos… Tampoco daban otra solución para poder seguir usando los bonos aquellos que publicitó Moncloa para cambiar el coche por el transporte público que esperar las colas de usuarios intentando cerrar sus billetes por teléfono. Una empresa pública perdiendo datos de sus usuarios, mandándoles alegremente al ciberespacio. Menos mal que Putin anda ocupado, como Napoleón -quizá Ucrania sea su invierno- y no han decidido atacar informáticamente España porque entrarían más fácil que los franceses cuando les pidieron las llaves y que cerrasen por fuera la puerta a Fernando VII y a Godoy.

Así que Renfe tendrá trenes muy rápidos, pero en España todo es a baja velocidad. «Al trotecito lento» -de la burocracia- «recorremos el paseo». Y llamo cada semana a ver si le han encontrado solución, pero siguen sin toparse con los datos, que no saben en que esquina del ciberespacio los habrán perdido, dicen. Y yo empiezo a sospechar que todo es para desincentivar tanto bono porque a seis euros el viaje era difícil que cuadrasen las cuentas.

Ávalos podía ser un mal ministro de Transportes, un mal ministro en general, pero digo que esto con Ávalos no pasaba. Y eso sí que es para hacérselo mirar.

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