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Buenos días, vietnam

Despedidas bárbaras

En julio es más fácil morir arrollado por una novia y su ejército estridente de letales damas sin honor que de una insolación

La hora de las espadañas

DE SAN BERNARDO
Guillermo Garabito

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Han convertido el país en una despedida de soltero. No sé cuántas parejas se casan este mes, pero por la cantidad de grupos que han invadido Valladolid el fin de semana cualquiera diría que no conviene preocuparse demasiado por lo de la pirámide poblacional. Si ... cada despedida de soltero que me ha tocado esquivar entre el viernes y ayer por la calle se tradujese en un par de churumbeles a futuro, no habría hueco en la España vacía. Lo bueno es que se les ve venir de lejos, como un desastre natural del que huyen los pájaros en dirección contraria. Un tsunami de tutús, de camisas de festival sin festival –que es peor aún que ir vestido de torero si no estás de servicio, ni hay faena–, de cualquier cosa que llame más la atención que dos sirenas de la Guardia Civil en mitad de la noche. Como si la confección del vestuario se la hubiesen encargado a un diseñador ciego y disléxico. No sé que sintieron los romanos cuando sucumbieron a los bárbaros, pero yo he visto cosas que no creeríais y ojalá fuesen despedidas de soltero más allá de Orión, porque eso significaría que caen lejos de aquí.

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