Última lección de Guilarte en Valladolid: «Dejar mi universidad me cuesta»

Catedrático de Derecho Civil por la institución vallisoletana, donde ha ejercido 45 años, se dirigió a los alumnos del primer curso con una intervención plagada de recuerdos y anécdotas de estos años de docencia, pero también de recomendaciones para los futuros juristas. A ellos advirtió de «la competencia feroz en el mundo de la abogacía» y de que «la ley es un instrumento poderoso que utilizado desdeñosamente puede resultar enormemente nocivo». «Mi misión es enseñar, no suspender. A los torpes ya les suspenderá la vida. He sido académicamente leal», resumió.

En presencia del rector de la UVa, Antonio Largo, Guilarte, durante su exposición, recurrió a Gabriel García Márquez y su obra 'Cien años de soledad' para prevenir a los alumnos sobre los «ilusionistas del Derecho» al referirse a aquellos que han aparecido «con sus arbitrios mágicos para convencernos de la bondad constitucional de la amnistía que, a mi juicio, los más prudentes cuestionan». «El derecho en manos de desaprensivos es un instrumento peligroso», añadió, para hilar esta afirmación con el « delirio hermenéutico del caso Rubiales que proyectado sobre un factum tan sencillo también lo evidencia».

El presidente del CGPJ tocó, de esta forma, dos de los asuntos de actualidad más polémicos de los últimos meses a pesar de que, antes de dedicarse a los alumnos, a preguntas de los periodistas sobre la posible ley de amnistía a los políticos condenados por el proceso independentista en Cataluña evitó hacer valoraciones. «Son temas extrauniversitarios. En esta academia, hablar de política no tiene mucho sentido. Tiempo habrá de comentar estas cuestiones. Hoy es prematuro y el sitio es inadecuado», aseguró, aunque finalmente añadió que «es muy difícil estar muy conforme con ello».

Guilarte, que desde julio es presidente del CGPJ, confesó que «mandar es un vicio que no tengo. No sé cómo saldré de esta», en referencia a esta responsabilidad. Reconoció, además, que «dejar mi universidad para meterme en esta historia me cuesta, así que algo hay que hacer para compensar ese coste». Y como «estar ahí por estar, no tiene sentido», apostó por «buscar la fórmula, sin pisar ningún callo de nadie, para conseguir que se renueve», y se acabe así con el bloqueo en la renovación de las vocalías que se produce desde hace años.