El estado de 102 bienes patrimoniales se controlará con una plataforma digital

Valladolid aún se pregunta cómo es posible que la cúpula de una de sus iglesias más queridas, por su devoción y por las joyas que alberga, la Vera Cruz, se viniese abajo el pasado mes en pleno centro de la ciudad y dejase el templo al descubierto. Los daños de la cubierta no hacían presagiar, en un principio, la dimensión del deterioro. No lo vieron venir.

En la localidad leonesa de Villaturiel, el pasado 7 de julio sus vecinos perdían el que ha sido su emblema durante siglos, la torre de su iglesia (XVI-XVII). En este caso, hacía tiempo que se temía lo peor ante el grave daño de la estructura, hasta el punto de que desde abril se habían trasladado las celebraciones religiosas a la ermita.

Son sólo dos ejemplos de la dificultad para mantener en buenas condiciones un patrimonio para el que no hay recursos ni medios suficientes. El propio obispo de Astorga, Jesús Fernández González, reconocía días después de la caída de la torre que «no llegamos a todo». Se intenta con los convenios que suscriben las diócesis con las diputaciones y los ayuntamientos para llevar a cabo obras menores. También con los que ha comenzado a suscribir la Consejería de Cultura con las mismas diócesis para mejorar la gestión del patrimonio cultural que es propiedad de la Iglesia y acometer la restauración en los casos necesarios. Mediante esta vía, se han invertido en esta legislatura 14 millones de euros.

Es, precisamente, la gestión que se realiza de los bienes y, sobre todo, el control continuo de su estado el objetivo que se ha marcado la Dirección General de Patrimonio como la fórmula para avanzar y garantizar la protección integral de los inmuebles. Para ello, los mecanismos de gestión basados en herramientas digitales se presentan como claves de eficiencia y sostenibilidad a largo plazo. Es el caso del proyecto de la plataforma digital para la gestión inteligente del Patrimonio Cultural de Castilla y León, que se está ejecutando, y del Programa RETECH, que cuenta con un importe de 15,9 millones de euros de fondos europeos y un horizonte hasta 2026.

Su cometido es servir para virar la gestión tradicional de los bienes hacia una gestión digital integral, donde cobra importancia la conservación preventiva. Esta iniciativa permitirá controlar el estado de conservación de los edificios o elementos arquitectónicos, contar con un laboratorio digital para ofrecer a las empresas un sitio donde experimentar nuevas técnicas para restauración y conservación preventiva y promover el desarrollo de la inteligencia artificial para gestionar los inmuebles con las herramientas del siglo XXI.

Este mismo mes, la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte sacará una primera licitación dentro de este programa que permitirá la implantación de estos sistemas de monitorización en 102 bienes de interés cultural de la Comunidad. Un primer paso, cuyo presupuesto supera los dos millones de euros, si bien el objetivo es que esta medida se pueda ir extendiendo a más inmuebles BIC. De momento, serán digitalizados diez en Ávila; doce en Burgos; en León y en Palencia serán catorce; once en Salamanca; diez en Segovia; ocho en Soria; doce en Valladolid, y once en Zamora.

Las catedrales están incluidas en esta primera acción de digitalización, de la que forman parte toda clase de inmuebles como, por ejemplo, el Monasterio de San Antonio (Ávila); la ermita de Quintanilla de las Viñas (Burgos); la Colegiata de Villafranca del Bierzo (León); la Iglesia de San Lorenzo de Zorita del Páramo (Palencia); el Castillo de Ledesma (Salamanca); la Iglesia de San Esteban de Cuéllar (Segovia); el Instituto Antonio Machado de Soria; la Iglesia de San Juan de Olmedo (Valladolid, y el Palacio Episcopal de Zamora.

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El proyecto consiste en la implantación de sensores en las edificaciones que transmiten información en tiempo real, como puede ser el grado de humedad, las grietas, incluso, el número de visitas o hasta la entrada de personas con fines ilícitos, datos, en definitiva, objetivos que ayudan a tomar decisiones.

El director general de Patrimonio, Juan Carlos Prieto, explica a ABC que se trata de que esos sensores permitan tener el control de lo que sucede en los edificios, un sistema que ya experimentó la Fundación Santa María la Real con los templos románicos de Palencia. De esta forma, se controlan una veintena de parámetros distintos relacionados con la conservación del edificio: temperatura, estructura, la eficiencia energética, la seguridad frente a incendios, inundaciones, robos e, incluso, el uso que se da al inmueble. Paralelamente, la iglesia del Monasterio de Nuestra Señora del Prado, sede de la Consejería, acogerá un HUB de empresas tecnológicas para que den formación y hagan sus pruebas y experimentos en restauración.

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Los dos primeros proyectos pilotos para desarrollar esta experiencia de monitorización se pusieron en marcha a partir de 2021 en la Tebaida berciana (León) y en una veintena de iglesias románicas de Soria. Una experiencia que se extiende ahora para que, explica Prieto, «una vez colocados los sensores en los edificios, estos lleguen a una plataforma, ya disponible, que transforma esos datos en conocimiento». El siguiente paso, será «trasladar esos datos a euros, es decir, que en base a la información que recibimos, vamos a saber qué déficit económico tiene un edificio». «Lo necesitamos porque hay que tomar decisiones a partir de datos objetivos dado que no se puede intervenir sobre todo lo que tenemos», añade.

Lo cierto es que este sistema de control no es una actuación tan reciente como pudiera parecer, aunque sí su intento de generalizarlo. Prieto recuerda que ya hace más de quince años lograron la primera «iglesia inteligente», la de Santa María de Mave (Palencia) y después, la «primera catedral inteligente», la palentina.