VÍA PULCHRITUDINIS
No hace falta el lunes
Si lo de Sánchez y su reflexión va de humanizar la política y los sentimientos de la supuesta mayoría social, entonces preparémonos para una dictadura
Castilla y León
Fundaciones
Pedro Sánchez, durante la última sesión de control en el Congreso, antes de publicar la carta sobre su periodo de «reflexión»
Ayer, alguien bienintencionado, me dijo que la «reflexión» de Pedro Sánchez significaba llevar los sentimientos y los derechos humanos a la política. Me dijeron que eso, junto a defender a los pobres, era el progresismo que encerraban las cuitas del presidente. Fíjense que en menos ... de diez minutos el Gobierno se convirtió en sentimientos, humanidad, derechos y defensa de los pobres. En contra estaba la defensa de los ricos de Feijóo y los ataques a la libertad de Abascal.
Le Pen en los suburbios de las ciudades francesas, Trump en el midwest americano y Hitler en un país arrasado por la guerra dijeron lo mismo. Nosotros somos lo que siente el pueblo, nos preocupamos de los pobres y, además, somos humanos como tú. Esos que están al otro lado son los culpables. Lo curioso es que todos ellos triunfaron en las urnas igual que hará Sánchez el lunes si convoca elecciones. Nadie centrista en el PSOE votará al PP, como antaño hicieron cuando a Felipe González las cosas se le fueron de las manos, porque saben que eso significaría tener un vicepresidente de extrema derecha. En el PP pasa lo mismo porque aunque Feijóo se equivocara hasta la médula, los peperos saben que votar al PSOE es igual que poner en la Moncloa a un ectoplasma de Puigdemont.
Si lo de Sánchez y su reflexión va de humanizar la política y los sentimientos de la supuesta mayoría social, entonces preparémonos para una dictadura. Un remedo de discusión entre hinchas del Madrid y del Barsa donde las emociones lo son todo, donde el amor a los colores de una camiseta no tiene parangón ni argumento ni razón más allá del «son los míos».
Esto no es política o, al menos, no es democracia. Lo de estos tiempos es arrasar con los derechos humanos. Si, acabar con ese derecho a la información que no es el de los periodistas sino el de cada uno de nosotros y que, por cierto, está por encima del derecho a la vida. Y es que tenemos derecho a tener un nombre que ahora Sánchez nos quiere arrebatar. Imagínese que usted no tuviera nombre, no sería nada. Necesitamos saber cómo nos llamamos y cómo se llama quien está a nuestro lado. Tenemos derecho a saber cómo nos llamamos más allá de «soy de Pedro» para poder ser libres y tenemos la obligación de saber cómo se llama quien está a nuestro lado para asumir que aquel también tiene los mismos derechos aunque se llame Abascal. Una vez que tenemos derecho a tener nombre, la información nos lleva a poder hablar, aprender, educar, votar…. Si a partir de mañana, en aras de la supuesta humanidad y los sentimientos, todos pasamos a tener sólo dos nombres, daremos carta de naturaleza a un régimen equiparable a las teocracias medievales o al fondo sur de un estadio de fútbol. Suerte.