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Los bares son el último bastión que resiste en la España rural

El 'teleclub' aguanta. «Sin ellos, los pueblos están muertos», repiten los vecinos de los municipios más pequeños que se aferran a unos locales convertidos en «centros de vida y de encuentro»

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El «milagro» de los coles que vuelven a la vida en la España despoblada

Cuqui, en el bar de Quintanilla de Trigueros (Valladolid), sirve las tapas a Rocío, Julián y Teodoro fotos: rubén ortega
Montse Serrador

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Desde lo alto, una sinuosa, aunque corta, carretera desciende hasta el valle en el que se percibe con nitidez un pueblo rodeado de pinares, y cultivos de regadío y de secano. No está lejos de la capital vallisoletana –son 37 kilómetros–, pero Cogeces de ... Íscar, con sus 170 habitantes, lucha cada día por mantenerse vivo. Es una estampa de la España vaciada, aunque sus moradores se resisten a llamarla así, en una pelea continua por mantenerse como comunidad y demostrar que la vida rural no sólo es posible, sino también recomendable. Siempre y cuando, eso sí, las administraciones se empleen a fondo en garantizar la movilidad y los servicios públicos, incluidos los bares, que han pasado a convertirse en el último bastión, después de contemplar cómo se cierran escuelas, cuarteles e, incluso, centros médicos.

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