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«Nunca pensé que se acumularían tantos fondos»
HENAR DÍAZ
Si es verdad que las fotografías roban el alma, hay un lugar en Castilla y León donde esas ánimas sustraídas se guardan a buen recaudo. En su afán por recuperar la memoria audiovisual de Castilla y León, la Filmoteca acumula en su sede salmantina, la ... Casa de las Viejas, más de 220 depósitos de fotografías, además de otras miles de películas. El espacio, ahora de aniversario, fue concebido para albergar tanto fototeca como filmoteca. «Era lo razonable, ya que desde un principio se sabía que muchos fondos cinematográficos originales no íbamos a encontrar porque Castilla y León no había albergado nunca laboratorios cinematográficos, ni tampoco productoras de gran envergadura», recuerda su coordinador, Juan Antonio Pérez Millán.
Por aquel entonces sólo el Centro Gallego de Artes e Imagen unía filmoteca con fototeca. Corría el año 1989 y al frente de la Consejería de Cultura estaba Javier León de la Riva. Fue él quien confío a Pérez Millán el proyecto. Su sede en Salamanca se debió al ofrecimiento de la Diputación, que cedió gratuitamente la Casa de las Viejas tras haber trabajado en su recuperación desde 1984. El inmueble en su origen fue propiedad del clérigo Bartolomé Caballero y siglos después fue donado como casa de acogida. Junto a la Diputación, otras dos instituciones firmaron el acta fundacional en 1990, la Junta de Castilla y León, que a través de la Consejería de Cultura se encarga de su gestión, y el Ayuntamiento de Salamanca, que paga a los funcionarios.
A pesar de sus amplios fondos, contar la historia de lo que hoy es Castilla y León a través de ellos se torna complicado. «Hay lagunas de años. La destrucción de negativos después de la Guerra Civil no es un secreto para nadie», explica Pérez Millán, quien recuerda además que «en los años cuarenta un archivo de un fotógrafo podía ser un yacimiento de denuncias».
No obstante, entre sus depósitos sí hay referencias históricas y etnográficas fundamentales. «Jamás habría imaginado que en estos años la Filmoteca acumulara tantas películas y negativos», revela su coordinador, quien se sorprende aún de lo bien que ha funcionado el boca a boca. Esa confianza ciega de los depositantes —desde el principio la Junta decidió no comprar jamás ningún fondo, sino conseguirlos mediante acuerdos de depósitos— se debe al espléndido equipo que mima el material de la Filmoteca. «Aquí la gente tiene un espíritu de equipo que a mí me emociona».
Lo más difícil, la identificación
Lo más complicado de su trabajo es la identificación de muchas fotografías que llegan al centro, aunque la digitalización de los archivos está facilitando esta tarea porque ayuda a su consulta por especialistas. De entre todos los archivos hay algunos a los que Pérez Millán guarda un especial cariño. Al otro lado de la línea telefónica relata emocionado cómo llegó a sus manos el legado del fotógrafo, librero e impresor español José Núñez Larraz. «Que un fotógrafo te diga en pleno auge, ‘yo te dejo mi obra’ a mí me emocionó hasta las lágrimas». Recuerda también con especial cariño cómo un joven llamado Antonio Alberto Martín Alonso apareció un día en la Filmoteca con «unas latas completamente ruinosas» cuyo interior albergaba dos cortometrajes de animación del maestro ruso Ladislav Starevich. «Uno de ellos estaba subtitulado en español, así que debieron ser películas que circularon aquí cuatro o cinco años durante la República». Otro de los momentos en los que su corazón «recibió un pálpito» fue cuando llegó el depósito de Basilio Martín Patino, que hoy forma parte de la exposición permanente «Artilugios para fascinar» (reúne más de 250 aparatos cinematográficos).
Algunos de esos depósitos podrán verse en la muestra «Castilla y León en los fondos fotográficos de la Filmoteca», un proyecto coordinado por la responsable de Archivos y Documentos del centro, Maite Conesa, autora también del catálogo de la exposición. Ambos forman parte de las iniciativas organizadas con motivo del 20 aniversario de la institución. Además, otra publicación que verá la luz es el volumen «Cine en Castilla y León», en el que han trabajado investigadores durante seis años.
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