Igea-Puente: duelo en O.K. Corral

Son dos hombres y un destino (político) aunque su hacer está más cerca de aquel duelo de O.k. Corral de Tombstone (EEUU) tantas veces llevado al cine. El vicepresidente de la Junta, Francisco Igea (Cs), y el alcalde de Valladolid, Óscar Puente (PSOE), son dos «vaqueros del viejo oeste» que llevan ya año y medio demostrando que no están dispuestos a aparcar sus diferencias y a la mínima desenfundan, impulsados por una incontinencia verbal o «tuitera» que muy pocas veces consiguen frenar. Esta semana ha vuelto a ocurrir y, cuando parecía que la pandemia había dado un poco de tregua en esta difícil relación, la decisión de la Junta de implantar nuevas medidas restrictivas en Valladolid y Salamanca ante el incremento de los contagios ha desenterrado el hacha de guerra. Protestas de Puente, recursos ante la Justicia y concentraciones del sector de la cultura que llevaron a Igea a asegurar el jueves que, en la capital vallisoletana «las cosas se entenderían mejor si hubiésen colocado 4.000 ataúdes en la Plaza Mayor ». La respuesta del primer edil vallisoletano fue inmediata y en trazo grueso a través de su red social preferida: «La gente de la cultura que se concentró ayer en la Plaza Mayor no es responsable de ninguna de esas muertes. Vosotros ,sí. Ni rastreadores, ni médicos, ni reactivos, ni equipos de protección. Si tuvieses vergüenza, te ibas a casa después de lo que has dicho». Y lo remató después: «Siempre he creído que era un personaje despreciable. Sin ética y sin escrúpulos. Lo peor que le ha pasado a CyL en mucho tiempo».

Descalificaciones e insultos que hace meses que se regalan uno y otro en una tormentosa relación que empezó a subir de tono en las elecciones autómicas de 2019, cuando Igea se refirió al «nacionalismo, al localismo y después al ombliguismo» de Puente, quien semanas después lo comparó con bambi por su evolución, tras el pacto PP-Cs, hacia los «cuentos de Disney». Ya como vicepresidente de la Junta, el apartamento de Luis Fuentes en las Cortes regionales provocó otra sonora enganchada que llevó al primer edil vallisoletano a tachar a Igea de «sátrapa y estafador» y éste a considerarle «una mezcla perfecta entre Onan y Narciso».

Un mes después, un nuevo episodio tensó al máximo las relaciones institucionales cuando Puente no acudió a un encuentro con el consejero de Cultura para hablar de la Seminci por estar presente el número dos de la Junta, quien calificó por ello al alcalde de «chulo de bar» , lo que le obligó a tener que leer cómo le denominaban «inmaduro político». Para entonces, Puente ya había bloqueado a Igea en twitter, «para que no se haga daño», aunque antes se llamaron «feo» el uno al otro y el vicepresidente de la Junta, tirando de ironía fina, le advirtió de que «una cosa es que haya un bufón en el Ayuntamiento y otra que haya un monarca».

Aunque hay muchas más «muestras de cariño» entre los dos políticos vallisoletanos, la mala relación entre ambos personajes (por utilizar su propia terminología) no deja de sorprender pues sus respectivas trayectorias no son tan distantes como pudiera parecer. Así, Óscar Puente representaría la socialdemocracia, es decir, el socialismo más moderado, alejado de los radicalismos de la extrema izquierda de Podemos, a cuyos concejales vallisoletanos logró acercar al redil del PSOE. Y no ha dudado en plantarse ante su partido si fuera menester en favor de Valladolid, eso sí, sin tocar a su idolatrado Pedro Sánchez. Al tiempo, Francisco Igea sigue sin identificarse con la derecha, a pesar de sentarse con ella en el Gobierno autonómico. De repercusión nacional han sido sus enfrentamientos con el anterior líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y el órdago lanzado a Inés Arrimadas por la presidencia de Ciudadanos. En definitiva, genio y figura en ambos políticos que, además, presumen de ser católicos practicantes y habituales de la misa dominical aunque, con el aforo de 25 personas, ahora lo van a tener difícil.