David Frontela - Vía Pulchritudinis
Mentiras por puñetazos
«Para alcanzar el climax sólo tienes que inventar una barbaridad más grande que la anterior»
No cabe duda de que el mundo ha cambiado. Antes había dinosaurios y Homo Sapiens, ahora hay mascotas y mentirosos compulsivos. La diferencia entre el momento en el que un tiranosaurios rex y Miguelón -el de Atapuerca- campaban a sus anchas por los páramos burgaleses ... y el actual en el que Toby -el perro de la vecina- y el mentiroso que ustedes prefieran -a mi se me ocurren demasiados- triunfan es el tránsito entre el éxito de la fuerza bruta y el triunfo de la mentira.
Las mascotas son animales pero de mentira porque ahora tienen alma, necesitan aire acondicionado y reciben más atención sanitaria que aquellos niños de Etiopía que veíamos en los telediarios. La mentira ha triunfado, ya no hace falta que los perros muerdan, ahora sólo basta con que tengan cara de persona pero no lo olviden, eso es mentira.
Los míticos Atila o Aquiles y su fuerza cuasi divina se han transmutado en trampantojos de persona. Sus puñetazos y sangrientas batallas ahora son simples mentiras en forma de intervenciones de cirugía estética, ropa de marca y coches híbridos que ya ni corren sino que según los aceleras expulsan árboles y plantas por el tubo de escape.
La fuerza bruta se ha convertido en mentira. Ahora para triunfar no tienes que pegar a nadie para que después los demás te tengan miedo sino que sólo tienes que mentir y que alguien diga que eres un estratega. No importa que te hayan pillado con el carrito de los helados, lo importante es liarla y no enmendarla, aguantar hasta el final. Para alcanzar el clímax sólo tienes que inventar una barbaridad aún más grande que la anterior para que todos olviden tamaña farsa y el circo siga. El mentiroso ahora es el triunfador loado y admirado. Antes se aclamaba al más fuerte, al más bruto por el temor innato que nos generaba. Ahora, cuando el mentiroso es de los nuestros, recibirá nuestra admiración y respeto porque no le han pillado o porque, habiéndole pillado, «mira cómo aguanta». Si el mentiroso es de los otros también lo admiraremos y además nos corroerá la envidia por lo bien que lo hace. Lo dicho; mentiras por puñetazos, una paz de mentira cargada de violencia con apariencia de mascota.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete