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En danza frente a la fuga de talento
Pese a la creación de nuevas compañías y escuelas, la disciplina artística sufre en Castilla y León la carencia de oportunidades que generen un tejido profesional consolidado
‘Miradas en blanco’, trabajo de debut de la Joven Compañía de Danza de Castilla y León
En 1992 nacía el Ballet Contemporáneo de Burgos . Con su constitución como sociedad limitada dos años después se consolidaba un proyecto a punto de entrar en la treintena, un fenómeno extraño en su campo en Castilla y León. Algo ha cambiado en ... el panorama de la danza desde entonces , gracias sobre todo a la puesta en marcha de escuelas privadas y a la creación en 2005 de la Escuela Profesional de la Junta, con sedes en Burgos y Valladolid; el público se ha familiarizado con el género escénico y surgen nuevas compañías. Pero la sensación de una cierta vitalidad también parece tener mucho de espejismo.
El director y uno de los impulsores del Ballet Contemporáneo de Burgos, Alberto Estébanez replantea la cuestión de qué ha mejorado en estos casi treinta años: «La pregunta debería ser por qué en estos treinta años no ha habido compañías ni empresas de danza. Tenemos a Rita Clara en Valladolid, al Ballet Contemporáneo de Burgos, a Rita Clara en Valladolid, al Ballet Contemporáneo de Burgos...», responde con ironía. «Ahí falla algo. ¿Qué es lo que hemos hecho mal? : no crear mecanismos para que un montaje de teatro pueda recurrir a un bailarín profesional y que uno de danza pudiera hacerlo con un actor joven. No hay ayudas para esas contrataciones, a diferencia de una fábrica de tornillos, que puede hacer contratos de formación profesional con respaldo de las administraciones. El director de una obra que necesita a sacar a un bailarín no lo saca, aunque hay excepciones como Teloncillo. Si hubiera esa amalgama entre las artes se potenciaría nuestra industria cultural, además de retener talento joven y atraer a la Comunidad a jóvenes de fuera».
Esa fuga de talento termina por convertir las escuelas en centros de ‘exportación’ de profesionales y generadores de gente formada pero abocada a probar suerte en otros oficios. Un mal que no es exclusivo de Castilla y León , reconoce el también vicepresidente de Artes Escénicas Asociadas de Castilla y León (Artesa) y director del Certamen Internacional de Coreografía Burgos & Nueva York, quien recuerda que recientemente Nacho Duato ha puesto en marcha una campaña en change.org dirigida al Ministerio de Cultura para reclamar compañías estables en las distintas comunidades autónomas, sin las que los bailarines están condenados a emigrar a otros países o desistir de su vocación.
Estébanez: «hay que invertir en buenos coreógrafos para que los jóvenes puedan quedarse»
Para evitarlo, aclara Estébanez, «hay que invertir en que haya a buenos coreógrafos para que esos jóvenes puedan ser contratados, que tengan la opción de quedarse». El escenario actual genera «desafección» hacia los estudios de danza, «porque bailar es sinónimo de coger las maletas y viajar», lamenta. Si algo a cambiado para bien, precisa, es que el «público es cada vez más sabio», sobre todo en lugares como Burgos, donde el Certamen Internacional impulsado por el propio Ballet Contemporáneo ha creado afición, pero también Valladolid, León o Salamanca; y que cada vez hay mejores espacios, incluso en pueblos de menos de 20.000 habitantes, lo que contrasta con esa falta de tejido consolidado.
Precisamente para evitar la fuga de talento ha nacido este mismo año la Joven Compañía de Danza de Castilla y León (JCDCyL), con el propio Estébanez al frente y formada por estudiantes de últimos cursos y egresados del centro autorizado de danza Hélade -regentado por el Ballet Contemporáneo de Burgos- y de la Escuela Profesional de Danza de la Comunidad. Debutó este mismo año con ‘Miradas en blanco’, un montaje que contó con la ayuda a la producción de la Consejería de Cultura.
La aspiración de la JCDCyL es replicar el modelo existente para la Formación Profesional, donde los estudiantes tienen acceso a empresas con un contrato mientras terminan su formación, para lo qu e Estébanez pretende involucrar a las consejerías de Empleo y Educación , además de la de Cultura. La Joven Compañía de Danza iniciará 2022 en la Red de Teatros de la Comunidad y trabaja ya en tres nuevas coreografías adquiridas en el Certamen Internacional Burgos & Nueva York.
Con el propósito de fomentar la actividad surgió en 2017 la Asociación de Profesionales de la Danza de Castilla y León Prodanza, integrada actualmente por 37 socios, por ahora solo de Valladolid, Burgos y León; la mayoría, bailarines a título individual, excepto cinco escuelas -todas ellas vallisoletanas- y siete compañías. Su presidenta, Elysa López , coincide con Estébanez en que la meta es generar oportunidades para que los artistas no emigren : «Tenemos un tejido artístico bastante importante de gente que está apostando por quedarse en la tierra a crear, y ese es el objetivo, evitar la fuga de talento». Desde las mismas escuelas, señala esta egresada de la Profesional de Danza, se señala la salida hacia Madrid o al extranjero. «Están formando a gente que va a otros sitios a trabajar».
Prodanza está detrás de las Galas de Coreógrafos y Compañías Profesionales de Danza de Castilla y León, que ha celebrado su tercera edición en el Teatro Calderón de Valladolid este mes de diciembre, con la participación del Colectivo Algazara y la formación de Mónica de la Fuente, de Valladolid; Esa Gente, de León, y Hojarasca, de Burgos. Esta última tiene al frente a Alicia Soto y es otra de las veteranas de la Comunidad, aunque sus últimos trabajos se han gestado ya fuera de España.
Estébanez: «hay que invertir en buenos coreógrafos para que los jóvenes puedan quedarse»
Elysa López considera que el hecho de agruparse puede ayudar a cambiar la situación y alzar la voz para decir «que aquí hay gente que funciona, que trabaja, que recibe premios , que el nivel es muy bueno». A su favor juega un público que suele llenar los teatros cuando ofrecen danza, aunque los espectáculos de este género sean minoritarios en las programaciones. En la reciente feria Mercartes, recuerda la presidenta de Prodanza, apenas dos o tres de una quincena de distribuidores trabajaban con este tipo de montajes. Y en los recintos escénicos, añade, persiste la idea de que incluir trabajos de danza en sus propuestas implica demasiadas exigencias técnicas, cuando «en realidad, un teatro tiene todo lo necesario para programar danza» . Solo las actuaciones en otros espacios, como los de calle, implican la necesidad añadida de contar al menos con un suelo adecuado para bailar.
Las soluciones, apunta Alberto Estébanez, tienen más que ver con la «buena voluntad» que con grandes sumas de dinero . Lo que al fin y al cabo se pide son «funciones», la oportunidad de mostrar ese talento que no se quiere dejar escapar.
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