Tres películas imprescindibles para captar el espíritu de Toledo, según Adolfo de Mingo
El académico y periodista toledano inaugura el curso en la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas con una mirada cinematográfica a la catedral primada
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TOLEDO
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Iniciar sesiónLa catedral de Toledo se ha convertido, una vez más, en protagonista cultural. Esta vez no como escenario de oración o arte sacro, sino como plató simbólico y narrativo del cine español. Así lo ha demostrado el académico y periodista Adolfo de Mingo Lorente, ... que este domingo ha pronunciado el discurso inaugural del curso 2025-2026 de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (Rabacht), bajo el título «Cine, patrimonio e identidad: la Catedral de Toledo».
«El cine permite una mirada nueva, aún escasamente recorrida por los historiadores, desde la cual poder acercarnos a la catedral de Toledo», ha explicado De Mingo al inicio de su intervención. Una mirada que, según ha subrayado, cobra especial relevancia ahora que el templo gótico se prepara para conmemorar en 2026 el octavo centenario del inicio de su construcción.
Toledo, escenario de película
El académico ha realizado un recorrido minucioso por las películas que han tenido a la catedral de Toledo como inspiración o escenario, rescatando documentos de prensa como los de El Castellano, que revelan cómo, ya en los primeros tiempos del cine, la relación entre la Iglesia y la gran pantalla fue más estrecha de lo que se suele pensar.
De Mingo ha recordado figuras como la del deán José Polo Benito (1879–1936), apasionado del cine y autor de diversas columnas sobre el séptimo arte, así como la presencia del templo en producciones tan diversas como las de Jordi Mollà en su papel del sacerdote Mateo Vázquez de Leca o el polémico videoclip de C. Tangana y Nathy Peluso, rodado también en la Catedral Primada.
Tres películas para entender Toledo
Como colofón a su discurso, Adolfo de Mingo ha propuesto, como buen periodista, tres títulos imprescindibles para captar el espíritu de Toledo a través del cine, tres miradas que resumen la evolución de la ciudad y su relación con la imagen cinematográfica.
La primera, «El Lazarillo de Tormes» (1959), de César Fernández Ardavín, es «una producción de enorme relevancia, no solo para Toledo, sino para todo el cine español», según De Mingo. Fue la primera película española galardonada con el Oso de Oro en el Festival de Berlín. En ella, los triforios de la Catedral sirven de escenario para una de las secuencias más recordadas: el pequeño Lázaro, llevado allí por su amo, reza imaginando un futuro mejor que pronto se desvanece, saliendo del templo tan pobre como entró. «A la altura de la Puerta de los Leones, mendiga fingiendo ser ciego, en un plano elocuente que simboliza la ingenuidad perdida», ha comentado el académico.
El segundo título es «El buen amor» (1963), de Francisco Regueiro, una cinta que De Mingo considera «de visionado obligado para cualquier toledano». Relata la historia de dos jóvenes que viajan a Toledo en una escapada romántica y ofrece una radiografía precisa de la ciudad en los años sesenta: «Es una película que permite conocer cómo estaba dispuesto el museo de la Catedral en aquellos años y cómo se vivía la ciudad desde dentro». En ella aparecen el trascoro, la Custodia, la Campana Gorda y las vistas desde el claustro alto, además de escenas en el Museo de Santa Cruz y en las calles de la judería. «Pocos cineastas han sabido sacarle tanto jugo a Toledo como Francisco Regueiro», ha añadido.
La tercera película es «Te doy mis ojos» (2003), de Icíar Bollaín, una de las obras más significativas del cine español reciente. Para De Mingo, la película permite «una mirada generalizada a toda la ciudad», desde el barrio del Polígono hasta el río Tajo, pasando por la Plaza del Conde y la Catedral. «En esta historia, la Catedral y el arte se convierten en refugio y liberación para la protagonista», ha señalado. «Es a través de la historia del arte, de la visita al Entierro del Conde de Orgaz y al Museo de Santa Cruz, como ella logra recomponerse y comenzar una nueva vida».
La catedral como símbolo
El académico ha cerrado su intervención destacando que el cine no solo retrata la catedral de Toledo como monumento, sino como espacio vivo de identidad colectiva, capaz de reflejar los cambios sociales, estéticos y emocionales de cada época. «El cine nos permite redescubrir lo que somos y cómo hemos cambiado —ha concluido—, pero también recordar que el patrimonio, como el séptimo arte, está hecho de miradas, de historias y de memoria compartida».
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