Rafael Cabanillas presenta 'Valhondo' en Toledo: «Escribir es sacar a la luz lo que duele»
El autor presentó en la Biblioteca de Castilla-La Mancha la tercera novela que cierra la trilogía de la saga literaria 'Quercus', que da voz a los antiguos pobladores de la comarca de los Montes de Toledo
Viaje al territorio 'Quercus', la ruta literaria que pone en el mapa a Cabañeros
Toledo
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Iniciar sesión«Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas,
y una voz cariñosa le susurró al oído:
—¿Por qué lloras, si todo
en este libro es de mentira?
Y él respondió:
—Lo sé;
pero lo que yo siento es de ... verdad«.
Con estos versos atribuidos al gran poeta Ángel González comenzó este jueves por la noche su intervención el escritor castellanomanchego Rafael Cabanillas (El Carpio de Tajo, Toledo, 1959), que volvió a su tierra para presentar en la Biblioteca de Castilla-La Mancha la novela 'Valhondo', que cierra su saga literaria 'Quercus', con la que ha hecho un homenaje al paisaje y al paisanaje de los Montes de Toledo. Una comarca en la que dio sus primeros pasos como maestro y a la que vuelve muy a menudo para reencontrarse con un pasado lleno de emociones contradictorias.
Rafael Cabanillas cierra con 'Valhondo' la trilogía que da voz a los «nadie» de los Montes de Toledo
Mariano CebriánEl autor presentará su novela el próximo viernes, a las 19.00 horas, en la Biblioteca Eugenio Trías de Madrid junto con el humorista y actor José Mota, y los periodistas Mercedes Martel y Manolo HH
Unos versos, los de Ángel González, que bien pueden servir para describir lo que muchos lectores sienten cuando recorren las páginas de los tres libros que componen la trilogía de Rafael Cabanillas. Al igual que hizo Juan Benet en su novela 'Volverás a Región' (1967), ha creado un territorio ficticio cargado de realismo mágico, al estilo de Gabriel García Márquez con su Macondo de 'Cien años de soledad'.
«Escribo para entender y sacar a la luz lo que duele», reconocía Cabanillas ante una sala repleta de amigos y lectores fieles, algunos de ellos protagonistas de su última novela, pues entre el público se encontraba Evelia. Ella es una de sus antiguas alumnas de la escuela unitaria de una pequeña aldea, en lo hondo de un valle de los Montes de Toledo, a la que llegó en su primera experiencia como maestro en 1982 y que da título a 'Valhondo'. Y también estaba el nieto de la señora Encarna, la que regentaba la taberna del pueblo, Juan Carlos, que ahora, en un guiño del destino, lleva la cultura a las zonas rurales con su bibliobús.
«Estoy muy feliz por ver este salón lleno de gente que se ha leído mis novelas», aseguraba el autor de esta trilogía, que acompañado por la directora de la Biblioteca de Castilla-La Mancha, María Dolores Cristóbal, y del periodista de Onda Cero, Javier Ruiz, habló de la alegría que supone para él poner en el mapa una tierra que muchas veces ha pasado desapercibida. «Escribo para documentar la vida y poner voz a los mudos y silenciados que, con su corazón noble, mueven la maquinaria de este planeta», afirmaba.
Ese es el escenario donde transcurre esta historia cargada de realismo mágico, pero llena de componentes autobiográficos, en que como él dice ha hecho «un desnudo integral». De hecho, el protagonista se llama Rafael, o «don Rafael», como le llamaban los lugareños, y su novia Amparo. ¿Casualidad? No, ya que por sus páginas, sin dar los nombres reales, se pueden ver reflejados los pobladores de esa tierra, como el alcalde Prudencio, la señora Encarna o la tendera Milagros, en cuyo local estaba el único teléfono de la aldea.
«Valhondo es una aldea en el fondo de un valle de los Montes de Toledo repleto de humo y niebla, lo que lo convierte en un espacio irreal y mágico donde pasan cosas que no ocurren en ningún otro sitio», contaba el autor. Como en sus novelas anteriores, en su nueva creación hace una descripción perfecta de los paisajes, de la flora y la fauna de los Montes de Toledo, valiéndose para ello del vocabulario típico de la zona.
A la escuela unitaria de esa aldea fue donde llegó como maestro primerizo el 1 de septiembre de 1982 para enfrentarse al difícil reto de enseñar a 25 alumnos de edades comprendidas entre los 4 y los 16 años. Eran hijos de padres con pocos recursos, pastores, leñadores y guardas de las fincas de los señoritos. En representación de ellos, Evelia recordaba este jueves emocionada ese tiempo que pasó junto a su maestro don Rafael.
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