Julia Navarro: «Las mujeres no vamos a dejar que nos vuelvan a confinar»

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Carmen R. Santos

Publica 'Una historia compartida', extraordinario repaso a un sinfín de mujeres de muchas épocas, protagonistas en numerosos ámbitos

-Creo que durante la pandemia, aunque estuvimos mucho tiempo encerrados en casa, estuvo viajando, aunque fuera con la imaginación, y el resultado este libro. ¿Dónde quiere llevar al lector con él?

-Es un libro en el que narro un viaje muy personal a través de mis lecturas, de mis propios viajes y de los encuentros literarios que he tenido con determinadas mujeres a lo largo de mi vida. Casi es como un diario. Yo tenía tantas ganas de salir y de escaparme durante el confinamiento, como todos, con una presión de ver la vida por la ventana, que me puse a recordar todas esas antiguas lecturas y viajes. El resultado es este libro, en el que no están todas las mujeres que se merecen y deberían estar, sino aquellas que me han dejado una huella especial. La razón es que siempre he pensado que la historia nos la contaban a medias, ya que los hombres han sido los narradores y se han olvidado muchas veces de las aportaciones fundamentales que han realizado figuras femeninas en todos los ámbitos.

-Helena de Troya, Penélope, Circe, Marie Curie, María Zambrano, Santa Teresa de Jesús, Gabriela Mistral, Carmen Martín Gaite u Oriana Fallaci, entre otras. ¿Cómo y por qué hizo esta selección de mujeres para su libro?

-Fue una selección anárquica porque era un viaje anárquico. Cuando comencé a escribir no sabía dónde me iba a conducir lo que estaba escribiendo. Yo estaba enfrascada en una novela, pero de repente me di cuenta que el encierro me estaba afectando y no podía seguir así. La redacción de este libro y los recuerdos que rescaté fue mi manera de escapar. Mi primer libro, cuando mi abuela me enseñó a leer, los tebeos que me divertían cuando era pequeña o las lecturas con las que me encontré a un número importante de mujeres que a mí me impactaron en la infancia, en la adolescencia y en la edad adulta.

-¿Qué tienen en común todas ellas?

-Todas ellas fueron mujeres que tuvieron que luchar contra los elementos, que tienen que ver sobre todo con el papel que hemos tenido asignado desde el principio de los tiempos. A nosotras nos marca y nos determina la maternidad, por lo que siempre el hombre se había encargado del sustento y las mujeres de la procreación y del cuidado de los hijos. Eso ha hecho que nuestra presencia en la esfera pública y social haya sido menor hasta el siglo XX. Es por ello que todas esas mujeres hayan tenido que luchar contra el ostracismo, las cuales, pese a ello, lograron hacer llegar sus aportaciones a la sociedad en el campo de la filosofía, de la ciencia, de la literatura, …

-De todas ellas, ¿se identifica más con alguna en particular?

-Todas han sido importantes para mí porque de cada una de ellas he aprendido algo. Yo tengo mis favoritas y, por ejemplo, Santa Teresa de Jesús me impactó porque, aparte de una mística, fue una escritora que a mí me ha dejado huella. También filósofas como Hannah Arendt, Lou Andreas-Salomé o Amelia Valcárcel han sido un referente para mí; y en la literatura todas las figuras de la Generación del 27 o del 50, como Ana María Matute, Carmen Martín Gaite o Josefina Aldecoa. Y luego, hay dos mujeres con las que yo aprendí a ser feminista, como Virginia Woolf y Doris Lessing.

-Dice que la historia que nos han contado y que hemos estudiado hasta el momento es incompleta porque se ha olvidado el papel de la mitad de la sociedad, es decir, de las mujeres. ¿Tan mal seguimos o algo hemos avanzado?

-Yo lo que reclamo a los ministros de Educación, que cada vez que llegan al cargo hace un plan nuevo, es la incorporación de las mujeres a los libros de texto porque todavía es escasa. Es verdad que en los últimos años ya aparecen algunas de ellas, pero aún es insuficiente en campos como el de la literatura, la filosofía o la ciencia. Cuando pensamos en por qué las niñas no eligen carreras universitarias de ciencias, la razón puede ser porque no tienen referentes y, por tanto, la desproporción de la presencia entre hombres y mujeres en los libros de texto es descomunal.

-Si el papel de las mujeres es aún difuso en Occidente, en el Tercer Mundo la situación es mucho peor. ¿Hacemos lo suficiente desde nuestros países para cambiar esa dinámica?

-Somos conscientes de todo lo que sucede, pero es verdad que en Occidente hemos conseguido algo que es importante, que es que las leyes reconozcan la igualdad. Otra cosa es que todo ello llegue a todos los ámbitos de la sociedad, lo cual implica un cambio de costumbres y de mentalidad, y eso a veces va más lento y normalizarlo en la vida cotidiana. Pero la cuestión no es cómo nos vaya a las mujeres occidentales, sino a las del resto del mundo. Por eso, yo siempre seré feminista mientras haya una sola mujer que sufra discriminación por el hecho de ser mujer y tampoco se puede ser demócrata sin defender el feminismo, ya que este movimiento lo que hace es luchar por la igualdad de derechos y oportunidades de todos los ciudadanos.

-Afirma que «no se puede ser demócrata si uno no es feminista». Si nos atenemos a ello, ¿No sobraría algún partido y algún político del juego democrático en España y en el mundo?

-Hay partidos que, desde luego, son una rémora y parece que su objetivo es dar marcha atrás en la cuestión de la igualdad, en vez de seguir avanzando, pero yo creo que este movimiento ya es irreversible. Todo lo que hemos conseguido las mujeres en el último siglo y medio no tiene marcha atrás porque las mujeres no vamos a dejar que nos vuelvan a confinar, como decía Virginia Woolf.

-No se entiende el mundo sin el papel de las mujeres, pero tampoco sin el de los hombres, como los que acompañan a las mujeres de su libro. ¿Qué aportaron?

-Este no es un libro de mujeres, sino que es una historia compartida porque también tenía la curiosidad de saber cómo eran los hombres que compartían la vida con ellas, ya fueran sus padres, sus maridos, hermanos o jefes. Aquí todo el mundo tiene un padre y una madre. No se puede explicar ninguna historia si no es en relación con los otros. Somos lo que somos en relación a lo que nos rodea, nuestras familias, nuestros amigos, padres, maridos, … De ahí, el título de 'Una historia compartida'; no se puede escribir una historia a medias, hablando, tan sólo desde una parte porque, si no, estamos condenados a no entender nada.

-Termina el libro con su propio testimonio como periodista sobre un hecho crucial para la historia de España, como fue el golpe de Estado del 23-F. ¿Por qué?

-Terminaba con la historia de Orianna Fallaci y, al citar su libro en el que recogía las entrevistas que realizó a los hombres más poderosos e importantes del siglo XX, recordé que siempre había querido ser como ella. Sin conseguirlo, sí tuve el privilegio de poder contar un momento germinal de la historia de España como fue la Transición española, que salió fortalecida después de ese episodio tan lamentable del golpe de Estado del 23-F.