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Isabel San Sebastián: «Mi nueva novela es un auténtico guión de película»

La periodista y escritora ha presentado este martes en la Biblioteca del Alcázar «Lo último que verán tus ojos», una historia con Toledo y El Greco como trasfondo

Isabel San Sebastián, escritora, periodista y colaboradora de ABC

M. CEBRIÁN

¿Qué relación tuvo el franquismo con el nazismo?, ¿qué hicieron Ángel Sanz Briz y otros diplomáticos españoles de aquella época?, ¿qué hace un cuadro del Greco siendo subastado en 2015 en Nueva York? Estos y otros interrogantes son los que el lector podrá resolver a lo largo de las casi 400 páginas de que presentó su libro este martes en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en Toledo. En la presentación estuvo acompañada por el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; el director de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, Jesús Carrobles, y la periodista toledana Esther Esteban.

Carolina, una marchante de arte, y Philip, un taxista judío, forman la extraña pareja protagonista de este «thriller» histórico de Isabel San Sebastián , que aborda un tema inédito en la literatura: las relaciones entre la España franquista y el nazismo durante la II Guerra Mundial. Ambos personajes se ven envueltos en una peligrosa aventura, que les llevará por diferentes lugares, incluido Toledo, para recuperar un valioso cuadro del Greco que ha permanecido en poder de los nazis hasta la actualidad y que guarda un secreto familiar.

-La subasta de un cuadro desconocido del Greco expoliado por los nazis es el pretexto de la novela para hablar de las relaciones del franquismo con el nazismo durante la II Guerra Mundial. ¿Quiere decir esto que España no fue neutral?

-España fue oficialmente neutral, pero en la práctica el franquismo era abiertamente germanófilo y simpatizó con el bando alemán y con las potencias del Eje en la II Guerra Mundial. Y después del conflicto, el régimen de Franco actuó en consecuencia y dio asilo a muchos nazis, que se quedaron en nuestro país o lo utilizaron como territorio de paso hacia América. La cara de esta historia es la actuación que tuvieron un grupo de diplomáticos terriblemente valerosos encabezados por Ángel Sanz Briz, que se jugaron la carrera, y en algunos casos el tipo, ayudando a millones de judíos. Unos hechos que el franquismo intentó apropiarse como una política de Estado, cuando en realidad fueron actuaciones individuales de estos héroes.

-¿Es cierto que este tema es inédito en la literatura? Y si es así, ¿cuál es el motivo?

-No sé cuál es el motivo, pero es cierto que estos diplomáticos son perfectos desconocidos para el gran público español, ya que muy poca gente sabe quiénes fueron Ángel Sanz Briz, Sebastián Romero Radigales y otra serie de personajes que desde su puesto salvaron la vida a millones de judíos. Pero tampoco muchos españoles conocen que por España pasaron individuos tan siniestros como el oficial nazi Josef Mengele. Esto es algo de lo que se ha escrito muy poco y no sé por qué.

-Entonces, ¿de dónde parte la idea de abordar un tema tan poco conocido?

-Uno de los primeros destellos que yo tuve fue el deseo de recuperar la memoria de estos diplomáticos, que fue recogida en una exposición celebrada hace unos años en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Yo consideré que merecía la pena profundizar un poco más sobre este asunto y, por otro lado, se me ocurrió hacer una historia de un taxista neoyorquino, que fue una idea que me dio el novio de mi hija, que vive en Nueva York. Este es el origen de un «thriller» con una trama policíaca trepidante en un contexto histórico real de fondo.

-¿Cree que se ha reconocido el papel que tuvieron estos diplomáticos como es debido?

-No, en absoluto. Su gesta merecería reconocimientos y nombres de calles o plazas. Que Oskar Schindler, un industrial alemán que utilizó mano de obra judía esclava y luego les salvó, tenga una película dirigida por Steven Spielberg y premiada con Óscar, mientras estos héroes españoles sean unos desconocidos en su propio país me parece una injusticia clamorosa. De Ángel Sanz Briz se hizo una película titulada «El ángel de Budapest», pero no tuvo el éxito que debería haber tenido y no ha habido nada más.

-El trasfondo histórico es real, pero el cuadro del Greco que sirve para unir el presente y el pasado, y que representa a la judería de Toledo, es ficticio. Debido a la relación que el pintor cretense tuvo con los judíos toledanos, ¿hay visos de que pudiera haber pintado un cuadro semejante?

-Es perfectamente plausible, ya que El Greco desarrolló la mayor parte de su obra en Toledo. De hecho, pintó dos paisajes de la ciudad, de los cuales uno de ellos se expone en el Museo Metropolitano de Nueva York, y quienes entran en la sala donde está expuesto se quedan con la boca abierta.

Doménikos Theotokópulos, el Greco. Vista de Toledo. 1604-1614. Metropolitan Museum of New York

-¿Qué papel juega en su novela Toledo y El Greco?

-Toledo es una auténtica protagonista, ocupando el capítulo más grande de mi novela, mientras que El Greco es el pintor de este cuadro que se subasta en Nueva York y que desencadena una búsqueda trepidante para encontrar al vendedor del cuadro del pintor cretense y demostrar así que fue objeto de un expolio. Y El Greco no está elegido al azar, sino porque él fue el pintor por excelencia de Toledo, ciudad de las diez sinagogas y cabeza de Sefarad. Además, El Greco fue un pintor inconformista, rebelde y defensor de su libertad creadora, lo cual encajaba muy bien en la historia que quería contar, ya que mi novela está dedicada a todos aquellos que no se resignan, ni se callan ni se venden.

-Precisamente, de Toledo, entre otras ciudades, se marcharon muchos judíos obligados por el edicto de expulsión de los Reyes Católicos. Usted hace en su novela un paralelismo entre este hecho y el Holocausto. ¿En qué se parecen ambas situaciones?

-Entre los judíos que se marcharon, está precisamente Samuel ha Leví, el propietario de la casa donde vivió El Greco en Toledo. En este sentido, la relación que guarda la expulsión de los judíos en época de los Reyes Católicos con el Holocausto está en las reacciones que ambas decisiones provocaron, ya que tanto la comunidad judía de España como la de Hungría se negaron a aceptar los hechos y mirar a la cara a la verdad. Pero la diferencia es que mientras Los Reyes Católicos los expulsaron, los nazis intentaron exterminarlos.

Mensajes de odio

-Hoy son otros los que se tienen que marchar de sus países y otros los que lanzan mensajes de odio contra estos exiliados y refugiados. ¿Qué le parecen los discursos xenófobos y racistas como el de Donald Trump?

-Hoy en día hay un aumento aterrador del nacionalismo excluyente que levanta barreras, algo que es gravísimo. Lo estamos viendo dentro y fuera de España, en Estados Unidos, en Inglaterra o Francia, entre otros muchos países. Además, hoy, al igual que en los años 30, se lanzan discursos de odio y totalitarios, convirtiendo al contrario en enemigo en lugar de adversario, tanto en la extrema derecha como en el extrema izquierda, coincidiendo los dos siempre en el antisemitismo. Esto es muy preocupante, porque o se combaten esos mensajes de odio, o se acabarán materializándose de la forma más terrible posible, como en la década de los 30 y 40 del siglo XX.

-Como periodista y analista de la actualidad, ¿cree que estamos condenados a repetir la historia o no?

-Pues espero que no, pero también me aferraba a la esperanza de que no ganara el «Brexit» y ganó, o la esperanza de que no ganara Trump y ganó. En fin, deseo que no tengamos que ponernos en lo peor, aunque hoy existen más vías de información que antes y más capacidad individual para hacer frente a determinados movimientos de la que existía antes. Sin embargo, estoy muy preocupada porque los acontecimientos nos llevan por discursos muy radicales.

-Y ya, por último, los protagonistas de la novela, Carolina y Philip, recorren Norteamérica y Europa en busca del cuadro del Greco en una trama con unos tintes muy cinematográficos. ¿Hay posibilidad de que la novela sea llevada a la pequeña o a la gran pantalla?

-Ya ha tenido alguna aproximación por parte de un productor, pero a un nivel muy embrionario todavía, aunque ya veremos. En efecto, la historia es muy cinematográfica, como ya me lo han trasladado muchas personas relacionadas con este mundo. No obstante, que se lleve al cine o la televisión no depende de mí, ojalá sea así. Por eso, invito a quienes están en este negocio que se la lean y verán que mi novela es un auténtico guión de película, que recorre además escenarios tan atractivos como la propia Toledo, Nueva York, Boston, Budapest o Londres.

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