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Cultura

Isabel San Sebastián: «España arrastra la maldición de alimentar su propia leyenda negra y esconder a sus héroes»

La columnista de ABC presenta este martes en Valladolid su último libro, «Lo último que verán mis ojos», que novela las relaciones que España y el nazismo mantuvieron durante la Segunda Guerra Mundial

Isabel San Sebastián, en la casa de ABC, en una imagen de archivo I. GIL

H. DÍAZ

La subasta de un valioso Greco expoliado por los nazis es el pretexto del nuevo libro de la columnista de ABC Isabel San Sebastián, «Lo último que verán tus ojos», para novelar las relaciones de España y el nazismo en la II Guerra Mundial, homenajear a los desconocidos «schindler» españoles que salvaron a miles de judíos del Holocausto y tratarla «parte obscura» del mercado del arte. Este martes, la periodista presenta este «thriller histórico» en la Librería Oletum de Valladolid.

-¿De dónde parte la idea de la novela y con qué objetivo fue concebida?

- Parte de una exposición que hace el Ministerio de Asuntos Exteriores sobre ese grupo de diplomáticos españoles, los «shindler» españoles que salvaron muchas vidas de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. A partir de entonces, me pongo a investigar y a desarrollar una idea. Luego, por otra parte, el novio de mi hija, que vive en Nueva York, ya me había recomendado hacer una novela sobre un taxista neoyorquino, que tienen todos historias fascinantes. Respecto al propósito, claramente es el de reivindicar y honrar la memoria de estos compatriotas que realmente engrandecen la historia de España, a pesar de lo cual son desconocidos en su mayoría, por no decir en su totalidad, por el gran público.

-¿Por qué ese empeño de ocultar a los héroes de nuestra Historia?

- Es una magnífica pregunta. Hemos tardado 400 años en rendir homenaje a Blas de Lezo, el héroe de Cartagena de Indias. No lo sé. España arrastra la maldición de alimentar su propia leyenda negra y esconder a sus héroes e ignoro porqué. No sé si es porque es un país cainita o envidioso, pero lo cierto es que somos muy cicateros a la hora de reconocer a nuestros héroes. En el caso los héroes españoles que salvaron a miles de judíos del Holocausto, en contra de lo que e ha dicho, ninguno de ellos actuó en nombre de Franco. Todos ellos lo hicieron en su propio nombre, arriesgando su carrera y, en algunos casos, el pellejo. Algunos de ellos como Ángel Sanz Briz y Romero Radigales obtuvieron el reconocimiento de Justos entre las Naciones por parte de Israel, reconocimiento que el régimen franquista les negó. Pero aún así, después podían haber recibido el homenaje que en su día no tuvieron.

EFE

- ¿Y qué les movió a estos diplomáticos a arriesgar sus vidas en su respuesta humanitaria?

- La mayoría de estos diplomáticos no estaban en embajadas, sino en consulados, así que su responsabilidad era la de atender a los españoles residentes o en tránsito en aquellos países donde eran consules. Les movió, en primer lugar, la humanidad, por supuesto; en segundo lugar, la fe católica -actuaron por compasión-, y en tercer lugar, la ética profesional. En muchos casos ayudaron a judíos de origen sefardí, es decir, español. En sus cables y telegramas hablaban de «nuestros sefarditas, nuestros compatriotas», estos españoles a los que era obligado asistir, atender y proteger.

- La novela establece un cierto paralelismo entre la expulsión de los judíos en la España de los Reyes Católicos y el Holocausto. Muchos siglos después la discriminación de los inmigrantes sigue siendo noticia. Ahí está, por ejemplo, el programa de Donald Trump. ¿No aprendemos de la Historia?

- No aprendemos nada. Para empezar, porque en muchos casos la desconocemos y para seguir, porque somos muy reacios al aprendizaje. Parece que sólo se aprende en carne propia, en experiencia propia. A mí también me recuerda, efectivamente, y lo he escrito en un artículo reciente. Es ese odio al otro, al percibido como alguien diferente, al que prospera. En la Alemania nazi había un odio espantoso hacia los judíos, igual que en la España de los Reyes Católicos, porque prosperaban. Se convirtieron en el chivo expiatorio de toda la frustración existente en esa sociedad terriblemente empobrecida como consecuencia de la primera Guerra Mundial y de las condiciones del Tratado de Versalles. Y desde luego, en los Estados Unidos que han votado a Donald Trump existe absolutamente esa frustración del empobrecimiento debido a la globalización, a la deslocalización industrial, y ahí el chivo expiatorio son los inmigrantes, que son percibidos como «el que viene a quitarte el pan». Es un paralelismo evidente.

«El mal existe y no se puede minusvalorar. Y esto es algo que habría que tener en cuenta ahora con Donald Trump y con otro tipo de populismos, que también en España tenemos

Pero donde existe también una similitud es en la forma en la que los judíos reaccionaron a la expulsión y al Holocausto. En ambos casos, con incredulidad. En la novela advierto de que el primer paso hacia la aniquilación o hacia el imperio del mal es la incredulidad. El mal existe y no se puede minusvalorar. Y esto es algo que habría que tener en cuenta ahora con Donald Trump y con otro tipo de populismos, que también en España tenemos. El mal existe, y si no se le reconoce y no se le planta cara, acaba ganando.

- En la novela se describen diversos escenarios de Budapest en tiempo de Holocausto de manera minuciosa ¿Cómo fue la labor de documentación e investigación?

- Efectivamente estuve en Budapest. Allí hablé con el embajador de España, que me puso en contacto con una profesora que había escrito un libro sobre Sanz Briz y que me acompañó a recorrer los escenarios por los que anduvo el diplomático, los pisos protegidos por la legación española, la ribera del Danubio... Y también me puso en contacto, y esto fue maravilloso, con un superviviente que de niño se salvó en uno de los esos pisos, que en la novela aparece con un hombre fictício. Luego, tambien estuve en Londres, en Nueva York con la comunidad hasidic (la comunidad judía ultraortodoxa) recorriendo los escenarios que describo... Creo que para subir al lector en la máquina del tiempo y trasladarle a vivir la aventura de sus protagonistas, es decir, para atraparle realmente, hay que haber recorrido previamente los escenarios y describirlos no sólo con la vista sino con todos los sentidos. Hay que ser capaz de trasladar al lector ahí y para eso tienes que estar tú.

- El punto de partida de este thriller es la subasta de un valioso Greco expoliado por los nazis. ¿En qué obra se basó? ¿Existe realmente?

- No. Existe una vista de Toledo que está en el Metropolitan de la que yo hablo, pero es otro cuadro. No obstante, el cuadro no sólo es el pretexto; es el elemento que convierte esta novela en un thriller histórico, en una investigación policiaca... Lo cual añade un punto de atractivo al libro; pero también es una forma de hablar del expolio y de la porquería que se mueve en el mercado del arte, que tiene mucho glamour, pero que también tiene su parte obscura de la que se ha hablado poco, a pesar de que siguen apareciendo botines procedente de la sangre derramada del Holocausto, y saliendo al mercado clandestino.

- ¿Se puede aprender de la Historia leyendo novelas?

- Si la urdimbre histórica sobre la que tejes la trama es respetuosa con la realidad histórica, yo creo que una novela es una herramienta formidable para aprender, porque añade el atractivo de la historia de ficción, con lo cual es más fácil de leer que un manual. Eso sí, conviertes una novela histórica en un folletín o en una novela de historia-ficción, entonces sí estás haciendo un gran daño porque estás tergiversando los hechos. Por eso a mí me gusta que en mis novelas históricas los personajes protagonistas sean de ficción. Eso te da más libertad para hacer una historia atractiva, entretenida, sin tener que atribuir a personajes históricos rasgos, características o actuaciones irreales.

«No quedan muchos huecos para un periodista independiente en España ahora mismo»

-Una periodista tan pegada a la actualidad. ¿De dónde saca tiempo para escribir libros?

- Saco tiempo de trabajar muchas horas, muchos fines de semana, y vacaciones, etc. Y lo saco entre otras razones porque cada vez estoy más desvinculada de la política porque cada vez me asquea más, y luego porque en este país la independencia se paga cada vez más cara. Si sostienes posiciones independientes y criticas a todos por igual y no te adscribes a ningún partido político y a ninguna línea ideológica te vas quedando marginada porque no sólo no cuentan contigo, sino que hay incluso quien te veta porque no les gustas que les critiques, con lo cual te vas quedando cada vez más aislada. Yo afortunadamente tengo el refugio de ABC, que es un diario que protege y ampara la independencia, pero no quedan muchos huecos para un periodista independiente en España ahora mismo.

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