El cruel asesinato de un jubilado en Ugena: condenada una menor como cómplice a un año de internamiento y 40.000 euros

«Se considera que la medida solicitada por el Ministerio Fiscal es, no sólo proporcionada a la infracción cometida, sino en especial adecuada a la edad actual y las circunstancias personales de la menor», señala el juez José Ramón Bernácer en su fallo sobre la chica, ahora mayor de edad, que pertenece a una familia estructurada, pero que había abandonado los estudios sin terminar la ESO. «No cabe duda de que la gravedad de los hechos requiere una medida de contundencia y de un ambiente de contención en el que trabajar con una cierta intensidad», continúa su sentencia, en la que añade: «El tiempo transcurrido desde la comisión de los hechos, así como el cambio de estilo de vida de la menor y el ambiente familiar normalizado aconsejan la duración que se propone» por la Fiscalía.

En realidad, la víctima se llamaba Jesús de los Ríos Díaz, aunque en Ugena todo el mundo lo conocía por Santiago; incluso el alcalde de este municipio toledano de poco más de 5.000 habitantes situado en la comarca de La Sagra.

Jubilado de 67 años, estaba viudo y residía de alquiler desde hacía tres y medio en el piso de la plaza Mayor donde lo asesinaron, un primero del número 11. Aquí vendía a pequeña escala sustancias estupefacientes y sus clientes sabían que las guardaba en su domicilio. Como Annas, español de ascendencia marroquí, y su compañera sentimental, que habían estado varias veces para comprarle droga.

Días antes de su asesinato, manifestó a un amigo que tenía miedo del joven, apodado 'el Lanas', después de que, el 10 de febrero, Santiago ingresase en el Hospital de Parla por un ictus y recibiese el alta seis días después. El accidente cerebrovascular le dejó como secuelas cierto problema en el habla (disartria) y debilidad en su brazo derecho, por lo que deambulaba con dificultad y necesitaba de un bastón para poder mantener el equilibrio.

La misma noche del alta hospitalaria, ya en su casa, acudió Annas, con el que tuvo hubo un altercado y por el que Santiago confesó luego a un amigo que temía lo que pudiera hacerle el chaval.

Sus peores presagios se consumaron fatídicamente la madrugada del 23 de febrero. Sobre las dos y media, la compañera sentimental de Annas, que había cumplido 17 años veinte días antes, acompañó a su pareja al piso de Santiago. Aprovecharon que el portal siempre estaba abierto para entrar, subir hasta la vivienda y ponerse de acuerdo en cómo sorprenderían al hombre: ella llamó al timbre, Santiago abrió confiado la puerta y se dirigió hacia su dormitorio, imaginando que vendría a comprar droga.

Cuando estaba de espaldas, ella y Annas se abalanzaron sobre él, que no tuvo tiempo de reaccionar. Con una linterna táser le golpearon repetidas veces en la cabeza hasta que Santiago cayó al suelo, donde siguieron machacándole el cráneo, al tiempo que recibía descargas eléctricas en la cara y en la boca, lo que, al contacto con la saliva, le ocasionó fibrilación ventricular con parada cardíaca.

Annas y su pareja no pararon. Para asegurarse «el éxito de su letal acción», como se recoge en la sentencia, dejaron a Santiago el dispositivo táser dentro de la boca, rompiéndole el frenillo de la lengua, que se enrolló y obstruyó por completo la faringe. El arma homicida era de la marca y modelo Heavy Duty Stun Gun 1108 Type, con una longitud de 24 centímetros, un diámetro de 4,5 en un extremo y de tres centímetros en el opuesto.

Con Santiago fallecido, la pareja registró su dormitorio, de donde se llevaron una escopeta y un monedero donde la víctima guardaba droga antes de huir. Se refugiaron en una finca del pueblo dedicada a la hípica y entregaron a un trabajador la escopeta y una bolsa, en la que había ropa de Annas y el monedero.

La bolsa fue encontrada luego en un contenedor de residuos orgánicos en la calle Serranillos de Carranque, a cuatro kilómetros del piso donde Santiago había sido asesinado. También apareció la escopeta, que estaba envuelta en una manta junto a un tronco de árboles entre el camino de Serranillos y la calle de Cebadero. Estaba aproximadamente a un kilómetro de la vivienda familiar donde Annas fue detenido el 16 junio, el mismo día que su pareja. Ella, menor de edad, estuvo internada cautelarmente en régimen cerrado un mes y medio, mientras que él ingresó en prisión.

Puesto en libertad, Annas volvió a ser arrestado el 20 de octubre de ese año tras los informes periciales (huellas, ADN y sangre) aportados por la Guardia Civil. Sin embargo, la Audiencia Provincial de Toledo ordenó semanas después, el 1 de diciembre, su puesta en libertad. Actualmente, 'el Lanas' tiene que presentarse todas las semanas, el primer día hábil, en el Juzgado de Instrucción número 6 de Illescas.

En cuanto a Redouan, el hombre a quien entregó el arma y la bolsa, está como investigado por un delito de encubrimiento en el asesinato de Santiago, como lo conocía todo el mundo.