«A los pasajeros se les relaja la cara cuando saben que el avión los rescatará; se sienten salvados»

Fue uno de los dos comandantes que pilotaron el avión que trajo a España a los 21 compatriotas atrapados en Wuhan, la ciudad china donde se originó la crisis sanitaria mundial. Lo recuerda perfectamente: «Volé embutido en un traje especial, como el otro comandante, los dos copilotos y las azafatas. Ellas no entraron en la cabina y se comunicaron con nosotros por un telefonillo. Comandantes y copilotos compramos nuestra propia comida y no tuvimos ningún contacto con el resto de la tripulación ni el pasaje. Si salíamos al baño, volvíamos a realizar las labores de higiene en estos casos». «Al llegar a España tuve que hacer la cuarentena en casa, sin mi familia -añade-. Me compraban la comida y me la dejaban en el rellano de la puerta. Y toda la ropa la envíe a la lavandería».

Desde que estalló la alerta, David ha repatriado a numerosos turistas que se encontraban en otros países de vacaciones, «porque mi compañía se ha especializado en realizar estos servicios por el coronavirus». «Noto en los pasajeros una sensación de alivio y tranquilidad cuando suben al avión -afirma- porque vuelven a casa después de estar encerrados por una enfermedad. Saben que han venido a rescatarlos y se les relaja la cara. Es una sensación en la que coincidimos todas las tripulaciones. La gente se siente salvada».

Este miércoles voló con un avión vacío de pasajeros desde Madrid a la República Dominicana. El objetivo, transportar este jueves a 550 alemanes de vacaciones en Punta Cana. Esa es la capacidad máxima de su aeronave, un Jumbo Boeing 747/400, que partirá a las 4 de la tarde hora española desde la ciudad caribeña con destino a Colonia (vuelo PLM9410) con unas medidas sanitarias rigurosas para evitar contagios.

Precisamente en el vuelo con el «famoso equipo de fútbol» de Wuhan interiorizó un protocolo por coronavirus que desde entonces se ha estandarizado en todos los viajes de su compañía, que pide voluntarios para realizar este tipo de servicios. «Entramos cuando el avión está vacío o, si está lleno, damos la orden de que todo el pasaje esté sentado antes de pasar. De esa manera, nosotros estamos por encima de sus cabezas y si tosen, lo hacen hacia abajo. Dentro de la cabina, los cuatro compañeros tenemos mascarillas, guantes y jabón. Y desinfectamos».

Entre los miembros de la tripulación no se dan la mano ni besos, como sucedió este miércoles en el viaje de Madrid a Punta Cana. Y volaron con mascarillas puestas porque en su cabina están a medio metro uno de otro. «La cabina del Jumbo es la más grande en los aviones de vuelos comerciales, pero yo no sé si mi compañero ha roto o no el protocolo», se justifica David, un comandante que gasta bromas a los pasajeros para que se relajen . Para los 550 alemanes que llevará desde Punta Cana a Colonia ya tiene preparado un mensaje: «Que no se preocupen, tenemos salchichas para todos. Hablar sobre la comida de tu país nunca falla».