Lugar para el reencuentro (71): Heridos por la belleza

Los espíritus heridos por la belleza saben bien lo que es vivir en carne viva. La herida que ella nos hace es un estado de gracia que nos abre los ojos a las epifanías y nos hace percibir a un tiempo el dolor de la belleza y la belleza del dolor, de ese dolor que nos hermana con los dolientes y que nos hace más fuertes y más bellos como humanos. La belleza nos hiere con herida gozosa , nos da ese manso golpe al corazón que nos dice: «¡Estás vivo!» y con esa herida que nos hace ya estamos listos para amar y para ver cómo nos habla la poesía, que habita en la belleza y en su herida, pues habita en la naturaleza y en el arte, habita en la palabra y más allá. Belleza: qué gozosa tu herida.

AHORA

Como si la muerte fuera unos brazos que aprietan, amorosos, nuestros huesos,

como si cada paso en el febril desencuentro de la vida fuera un baile y un vuelo,

como si cada oscuridad que atenaza esta calma tan pequeña

fuera el consuelo de la caricia de una madre,

como si cada soledad fuera una luz sin pausa,

como si cada herida fuera canción y vino en la garganta,

como si lo mortal de cada día fuera un ángel que juega a ser de barro,

como si esta gravedad, esta tierra, este peso,

fueran miradas hacia el infinito,

como si fuera verdad lo imaginado,

dejemos que nos duela la belleza,

hagamos cuerpo de la fe:

Y creamos, amor, desde la nada, en todo.