El deseo contra el tiempo

La editorial Libros del Aire acaba de publicar ‘Tiempo y Deseo. Poesía 1971-2021’ , la creación poética de Hilario Barrero a lo largo de cincuenta años que prologa el prestigioso crítico José Luis García Martín , siempre tan certero y acertado en sus apreciaciones sobre el poeta toledano, cuya «visión del mundo enriquece nuestra visión del mundo».

García Martín valora, con el conocimiento que anida en la amistad, la reciente antología de Barrero, ya que buena parte de su poesía ha permanecido hasta ahora inédita. «Dos son los protagonistas de estos poemas: el tiempo y el deseo. Pocos poetas como Hilario Barrero han sabido describir con tanta minuciosa sensualidad la aparición de los primeros deseos eróticos , su gozosa realización en la juventud, el ultraje de la vejez», expone el crítico.

La poesía de Hilario Barrero refleja, como dice el prólogo, la historia de siempre, la historia de Yeats, Cavafis o Cernuda, pero vivida en otro tiempo más cercano al nuestro : «la dura adolescencia en la España de la posguerra, en un Toledo de cuartel y sacristía, de mentiras y secretos ; la Barcelona luego de los años de la Transición, con su colorista carnaval de rebeldías, y finalmente la llegada a Nueva York, donde, tras las turbulencias de los primeros tiempos, se encuentra el puerto seguro hasta que comienzan a sentirse los pasos, cada vez más cercanos, de una desconocida que no faltará a la cita».

Con la muerte hemos topado, aunque, como consuelo, podemos recordar los versos de Luis Eduardo Aute:

Deseo es eterno,

Deseo es principio,

Deseo es encuentro

Con el infinito

Carlos Alcorta , poeta, editor, crítico y gestor cultural, escribe el epílilogo de ‘Tiempo y Deseo’, donde aborda de forma más técnica la estructura poética de una obra que pretende recopilar, sin haber acabado, toda una vida, difícil ejercicio de selección de unos poemas que han ido poniendo el acento a los días y las horas de un poeta que vive, ama, ríe y llora contra el tiempo porque todo en él es deseo vital de permanencia y plenitud, lo que no quita que la aceptación de lo que no tiene remedio aflore en algunos de sus poemas.

Saber que eres mi tierra y mi mortaja,/ poseer un aliento de almohada/ donde dormir por siempre y a tu lado/ es todo lo que pido y necesito.

Pero ese hálito de vida, ese ‘polvo enamorado’, sigue ahí en la poesía de Barrero ; en su escritura, como dice Carlos Alcorta, y a pesar de la envoltura nostálgica y, a veces, apesadumbrada que la reviste, «no oculta su deseo de afirmar la vida, de congraciarse con una realidad que va domesticando poco a poco con un empeño estético irrenunciable». Añade Alcorta que la poesía ha sido para Hilario Barrero «una terapia» que tantas veces lo ha salvado del olvido, la censura moral y el exilio interior.

Confieso que solo creo en ti/ y la luz nos absuelve /con el agua bendita de su sombra