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Cuando el suicidio se difunde por redes sociales

Expertos analizan la propagación de una fotografía sobre un suceso que ocurrió en una estación de metro de Madrid en febrero

Esta es la fotografía, difuminada por ABC, que fue difundida por redes sociales ABC

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«¿Cómo alguien puede ver una fotografía tan fuerte y tan desagradable, como es la de una persona partida en dos, y puede reenviar ese tipo de imágenes?». La pregunta se la hace Javier Jiménez , psicólogo clínico especializado en suicidios desde 1995 y presidente de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (Aipis) desde su fundación, hace 10 años.

Este experto habla de una fotografía difundida por redes sociales que fue tomada por una persona en una estación de metro de Madrid, el pasado 7 de febrero, minutos después de que una joven se suicidara. «Hay que tener una mente un tanto retorcida para recrearte con este tipo de imágenes y que luego no se te quede grabada en la retina o en tu cabeza», reflexiona Jiménez.

«¿Qué puede motivar a una persona a compartir por redes sociales una fotografía de tal suceso?», se cuestiona Beatriz Vallejo , psicóloga clínica, quien trabaja en el equipo de coordinación regional de Salud Mental del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam). «Pienso en la influencia sobre las personas que han tenido acceso a la imagen. Probablemente, la difusión ha sido mayor entre jóvenes, el grupo más influenciable por las noticias en los medios de comunicación», opina Vallejo, quien no se olvida del «efecto contagio», mayor en los grupos en los que la edad es cercana a la de la víctima, en este caso, jóvenes.

Vallejo se acuerda también de los supervivientes, aquellas personas (familiares y allegados) que han perdido un ser querido por suicidio. «Si ya de por sí la pérdida de un ser querido por suicidio es devastadora y traumática, es fácil intuir que no se encontrarán con fuerzas para tomar medidas y denunciar». «Difundir una imagen de una persona sin su consentimiento es un hecho delictivo, especialmente grave en este caso», asegura la psicóloga, quien está volcada en luchar para la mejora de la prevención y la atención de la conducta suicida. «El problema es que, si no existe una denuncia, la policía no inicia una investigación de oficio -añade-; y parece que tampoco es competencia de la Agencia de Protección de Datos, ya que debe ser la persona directamente afectada la que denuncie el suceso».

«Los supervivientes no viven un duelo similar al de la pérdida por otras causas, pues son mucho más frecuentes los sentimientos de rechazo, abandono, culpa, vergüenza, estigmatización», razona Vallejo. «Y debido a este motivo se convierten también en víctimas -concluye-. Por tanto, agravar tal pérdida con una segunda victimización, debida a la difusión de la imagen del ser querido, va a agravar la situación ».

Comentarios hirientes

«Aún me parece mucho peor algunos de los comentarios que he leído con respecto a la muerte de esta persona», subraya Javier Jiménez, que ha podido ver la imagen difundida tras el suicidio ocurrido en la estación de metro madrileña. «Algunos de los más hirientes o lacerantes parece que se están refiriendo a un objeto que no hubiera tenido vida», se lamenta. «No piensan en los familiares o seres queridos de la víctima que, quizá, pudieran leer algún comentario. Ya bastante tienen con el dolor por el suicidio de su hija adolescente, en el caso de los padres, como para que encima puedan leer esos comentarios», critica el presidente de Aipis.

Jiménez alude así a los troles, «personas que publican mensajes provocadores y con los que atacan de una manera despiadada, como en el caso del niño que murió de cáncer al que le gustaban los toros -cita como ejemplo-. O casos de suicidios de policías o de guardias civiles que generan comentarios como 'un torturador menos'».

En suma, Jiménez habla de «una falta de empatía con los que sufren, con los familiares y seres queridos de las víctimas». « ¿Cómo puede haber esa falta de empatía? -se pregunta- Creo que, en gran parte, es debido a que tú no puedes ver el dolor que causas a esa persona desconocida para ti». «Pero, ¿de verdad que no tiene esa mínima capacidad de ponerse en el lugar del otro? Para mí, es un animal salvaje en cuanto a las emociones. Hay que ser un descerebrado para decir esos comentarios, seguir transmitiendo esas imágenes y que le gusten», remacha.

Ayuda especializada

Luis Fernando López , psicólogo y psicoterapeuta, afirma que el suicidio en las redes sociales es un fenómeno surgido con la inserción en el ADN social de las tecnologías de información y comunicación (TIC), que influyen «no solo en lo social, sino también en la salud».

«Las redes sociales -recalca- son un nuevo canal de comunicación, de intercambio de estados anímicos y relaciones entre usuarios con dificultades emocionales». «La personificación de la enfermedad, de los desordenes mentales, parece encontrar en las redes sociales, en internet, un canal de unión, pertenencia e identidad grupal. En ellas parecen glorificar y validar en comunidad sus estados anímicos y de comportamiento que requieren de una ayuda especializada, de la que prefieren, sin embargo, escapar sumergidos por el apoyo encontrado en la red», medita.

En ese campo tecnológico, «el anonimato y el poder de lo gráfico, de una simple y sencilla imagen, del poder de una frase subida a la red, influyen en la promoción de ideaciones suicidas y conductas autolesivas en un rango de edad, la adolescencia, donde la vulnerabilidad y factores de riesgo precipitan el tan temido desenlace».

Para este experto en duelo por suicidio, redes sociales e internet, el símbolo '#', conocido en redes sociales como hashtags , es una de esas «formas secretas» de comunicación donde determinados grupos de personas, la mayoría adolescentes, encuentran un canal «sutil y directo» para establecer relaciones con perfiles que ostentan las mismas preferencias, entre ellas, la muerte, el suicidio, las patologías mentales y las conductas autolesivas. «Un canal secreto -asegura Luis Fernando López- que escapa al control parental, educativo, legal y profesional».

«Ballena azul»

Cita como ejemplo el juego de retos que conduce al suicidio conocido como la «Ballena azul». «Una simple visualización a sus hashtags más popularizados nos traslada su relación directa con la autolesión y las tendencias suicidas como seña de identidad comunitaria en la red de redes», afirma.

López menciona que las redes sociales, como Instagram, Facebook o Twitter, han establecido políticas de prevención en torno al suicidio, pero «se intuyen a todas luces insuficientes». «El ingenio y la creatividad infanto-juvenil, puestos a disposición de la ingente cantidad de información que circula por la red, no facilitan su prevención, educación y ayuda», se justifica este experto en redes sociales. Y reclama la necesidad de un plan nacional de prevención del suicidio, «donde las redes sociales tengan un papel principal para disminuir y promocionar salud en lugar de muerte».

«Tenemos un grave problema con las nuevas tecnologías y redes sociales, y deberíamos plantearnos muy seriamente hacia dónde vamos como sociedad y qué podemos hacer para evitarlo», concluye Beatriz Vallejo.

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