Aragón apuesta por la ‘guerra’ bacteriológica para combatir a la mosca negra

Junto con la expansión invasora del mosquito tigre, la mosca negra constituye un problema de salud pública, tanto por sus molestas picaduras en humanos como por las afecciones en el ganado, especialmente en el ovino. En las zonas que más sufren el problema de la mosca negra, los ganaderos se ven forzados a pastorear por la noche, porque la mosca negra actúa en las horas centrales del día, de más calor.

¿En qué consiste el combate bacteriológico de la mosca negra? En esparcir esporas de la bacteria Bacillus thuringiensis. Según explican desde la Consejería aragonesa de Agricultura, cuando germinan esas esporas generan bacterias productoras de toxinas que afectan específicamente a insectos.

El lugar adecuado para esparcir esas esporas para controlar la mosca negra son los cursos de agua. Es allí donde crecen las larvas de ese insecto.

Las mismas fuentes han indicado que están considerando en firme extender la aplicación de esos ataques bacteriológicos contra la mosca negra, de forma que no solo se realicen los tratamientos en cursos fluviales sino también en aguas remansadas.

Para proteger al ganado no hay alternativas eficaces , según explica el consejero aragonés de Agricultura, Joaquín Olona , en una reciente respuesta parlamentaria por escrito. La solución más adecuada –indica– es combatir directamente a la mosca negra, porque no hay tratamientos eficientes que protejan al ganado. «Hace unos años se hicieron una serie de pruebas aplicando repelentes a los animales, pero no son eficaces ya que el efecto desaparece en pocos días y hay que repetir constantemente el tratamiento». Y, encima, con resultados prácticos muy limitados y muy caros. «Además de no controlar la afección, el tratamiento es muy costoso desde el punto de vista económico» , afirma Olona.

La mosca negra está muy presenta en los regadíos de la comarca de los Monegros . También en las tierras ribereñas del Ebro , en el área de Mequinenza, Cinca Medio, en el Pirineo y en áreas del sistema Ibérico y en masas de agua de enclaves tan turísticos como el Monasterio de Piedra .