El turismo familiar en las playas de Andalucía salva la temporada
Los chiringuitos avisan de que para comer en la costa hay que reservar por el gran número de clientes que hay en este mes de agosto
Álvaro Holgado / Raquel Pérez / Soraya Fernández / J.J. Madueño
Los empresarios de las playas andaluzas se encogían de hombros cuando les pedían una previsión para el verano en junio. Luego pasaron a decir que la recuperación había llegado con las cifras de julio, pero no eran los números anteriores a la pandemia, que quedaban ... muy lejos. Ahora, con la primera quincena de agosto cumplida, han mejorado las perspectivas. Se sigue sin llegar a los niveles de 2019, pero no va a ser el mal mes que todos temían. «Estamos desbordados. Las reservas las estamos haciendo con una semana de antelación», explica en el chiringuito La Jábega de Torremolinos Francis Heredia, quien asegura que casi el 90 por ciento de la clientela es nacional. Es la misma situación que se está viviendo en todo el litoral andaluz.
Desde Huelva a Almería las playas se llenan de visitantes. Al teléfono atiende Paqui López de La Cabaña en Matalascañas, núcleo costero de Almonte. «No tengo mucho tiempo. Hay clientes esperando», dice la mujer apresurada sobre las 11.00 horas, antes de confirmar las buenas sensaciones del verano. «Hay un mayor volumen, pero son más tranquilos que los de julio. Es un turismo más familiar», remata la mujer, antes de soltar el teléfono para seguir cogiendo comandas.
Es el mismo ajetreo que tiene J uan Manzano en el Chiringuito María en Málaga capital . «Las playas están llenas. Nuestro cliente ha respondido. Ha venido. El Hotel Vincci, que está a nuestras espaldas, está lleno de visitantes. Hay extranjeros, pero casi todo el turismo es nacional. Aquí vienen clientes de todo el año y personas que se acercan todos los veranos, aunque este año hay muchos malagueños que viven fuera y que no pudieron viajar el año pasado. Ahora han vuelto y se acercan a comer espetos», relata Manzano.
En Villaricos, pedanía de Cuevas de Almanzora, muy cerca de Vera, en el Levante de Almería y al otro extremo de Andalucía donde Paqui López atiende a sus clientes, los establecimientos de restauración rozan prácticamente a diario el lleno total de sus mesas. «Tenemos más turismo nacional y bastante más gente que el año pasado, muchos de nuestros clientes repiten año tras año», confirma Josephine Contant, gerente de Las Brisas, uno de los chiringuitos más reconocidos de Almerías Ella explica que también es necesario realizar una reserva para comer, porque la demanda este agosto es muy elevada y esperan que se mantenga hasta mediados del mes de septiembre.
Opinión parecida a la que tiene Juan Gázquez en el Parque Natural Cabo de Gata-Níjar, en San José . El director de ventas del Grupo Confort y Sabor explica que «están muy agradecidos por la demanda, tanto en sus establecimientos hoteleros y de restauración como el todo el entorno». «Se respira un ambiente distinto al del pasado verano dónde había un poco más de incertidumbre. Tenemos que seguir con todas las medidas preventivas para garantizar nuestros servicios», asegura Gázquez.
«Al 200% siempre»
Completos todos los días están también el chiringuito Casa Emilio en Salobreña. «Al 200% siempre. Me da hasta apuro decirle que no a la gente», comenta Emilio Rodríguez, dueño del negocio. Son 22 personas trabajando que ahora comienzan a «salir del bache poco a poco» y advierten de la necesidad de cumplir todas las medidas de seguridad necesarias. «Cumplimos todas las medidas de seguridad para que el bicho no entre, pero la gente ha perdido el miedo. A más de uno le estoy teniendo que decir que se ponga la mascarilla al entrar por la puerta», afirma Rodríguez.
En Almuñécar, Matías Hidalgo es director de operaciones del Hotel Helios. Asegura que las medidas no sólo son una limitación, sino que se convierte en «bomba de oxígeno» en el establecimiento. Con el 70% de la ocupación este verano, el 30 por ciento restante queda libre, no por falta de demanda sino para fomentar una mayor seguridad, sobre todo en las zonas comunes. «Cada mes que hemos estado cerrados son 50.000 euros de deuda. Sólo hay que hacer el cálculo de este tiempo para darse cuenta del daño», remarca Hidalgo, que asegura que la recuperación va a llevar su tiempo, «a pesar de que los datos ahora sean positivos».
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