Análisis

El pacto del pacto para mantener la estabilidad política en Andalucía

El Gobierno andaluz se promete lealtad frente a la vorágine política y la pugna de sus propios partidos para llegar a 2022

Juanma Moreno y Juan Marín, presidente y vicepresidente de la Junta ABC

J. J. Borrero

La semana que vivimos peligrosamente. Así, parafraseando el título de la n ovela de Christopher Koch , podrían iniciar los inquilinos del Palacio de San Telmo el relato de los últimos días. Desde el anuncio de la moción de censura en Murcia, hasta su rechazo, ... pasando por la convocatoria de elecciones en Madrid y l goteo de deserciones en Ciudadanos , la vorágine política amenaza los más firmes cimientos del Gobierno andaluz que sostiene el hormigón de la lealtad entre sus socios.

Casi con la misma rapidez que Díaz Ayuso llamaba a las urnas, Moreno y Marín se juramentaron para evitar que la crisis se proyectara sobre Andalucía, por más que los suyos se esfuercen en ponérselo difícil. El terremoto se desencadena en un momento delicado en las relaciones de ambos líderes con las direcciones nacionales de sus partidos. Marín no era precisamente de la liga de los hombres extraordinarios de Arrimadas, aunque sea —o precisamente por eso— uno de los dirigentes con más poder institucional del partido. Moreno, que lo tiene, genera celotipias en la cúpula de Génova, enfrascada en impedir a los barones el control orgánico de las provincias. Para muestra, la lucha en Sevilla.

La política se ejerce de otra forma cuando tienes que gobernar. Por eso, con un «vamos a lo nuestro» Moreno y Marín comparecieron juntos en el Parlamento el mismo día que tembló la tierra en Murcia y acordaron luego añadir una adenda al pacto de 2019 para asegurarse que no habrá «trasvase» de cargos que desestabilice la actual relación de fuerzas en el Gobierno y el Parlamento andaluz, garantía para asegurar la continuidad del Ejecutivo hasta el término de la Legislatura en 2022. Solo queda saber si será suficiente.

Máxima tensión

El peligro se ha podido tocar con los dedos. Detrás quedó el «runrún» que había llegado a San Telmo sobre la operación desplegada por el PSOEdesde La Moncloa para convencer a Arrimadas de los beneficios de la operación de Murcia, una especie de cabeza de puente para romper gobiernos del PP en otras comunidades y proyectar en el electorado las bondades de una futura entente centro-progresista antes de adelantar las elecciones generales.

Esa operación ha alentado muchos relatos en clave de política ficción incluido el encuentro en Ferraz de Juan Espadas con Sánchez y Ábalos para estudiar escenarios de una renovación de alta velocidad en el PSOE-A.

Las posibilidades de moción de censura en Andalucía son remotas por los peones que tendrían que intervenir en la misma y porque más parecería un acto de piratería con participación de tránsfugas de libro... a menos que todo salte por los aires en Ciudadanos. El motivo de la ruptura podría ser cualquiera relativo a la corrupción, como se ha puesto de manifiesto en Murcia, pero en plena declaración de Bárcenas en los juzgados, tampoco Ciudadanos se andaría con exquisiteces.

Para eso debería haber un factor desestabilizante grave. El más inquietante ahora es la fuga de activos de la formación naranja. El PP ha puesto a Teodoro García Egea en la captación de los desencantados tras el fichaje del exsenador Fran Hervías, ex secretario de Organización de Albert Ribera, un crítico de Juan Marín al que Arrimadas concedió el escaño por la comunidad. Hervías no va a parar de hacer méritos en su nuevo cometido y García Egea está encantado, hasta el punto de que el nuevo fichaje se le ha ofrecido para la fontanería del propio PP en Andalucía en su crisis de los congresos.

Pocos conocen mejor a Hervías que Juan Marín, por lo que Moreno ya debe tener la información. Otra cosa es que García Egea repare en el coste que puede tener para el mayor Gobierno que ostenta el PPen estos momentos. El «pacto del pacto» firmado el pasado lunes tenía algo de aviso al secretario general del PP. No en vano, la Junta de Castilla y León, con una moción de censura sobre la mesa y otra disidente de Ciudadanos que se queda con el acta, recurrió a un pacto de no agresión a la andaluza el viernes para intentar salvar su Gobierno, que ahora parece un tema menor con todos los partidos hiperventilando ante la campaña electoral madrileña.

Marín que ha salido reforzado de la crisis en clave interna insiste en que se cumplirá el pacto en la Junta —también en el Ayuntamiento de Granada—. Moreno sigue ganando peso político desde la moderación reivindicando la estabilidad como el valor fundamental en tiempos de crisis. Para ambos, de momento, el partido es la Junta.

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