...Para decirte que te queremos otra vez

La Hermandad de Villamanrique de la Condesa , como manda la tradición, abre paso al resto de hermandades en el saludo a la Matriz de Almonte , en este acto que constituye el comienzo oficial de la Romería de Pentecostés . Cuando el sol era más puro, comenzaba el desfile de filiales con el paso a las puertas del Santuario de miles de romeros, venidos de todos los puntos de Andalucía y más allá, acompañando a cada una de las hermandades. Todas son distintas pero conforman la gran familia rociera. Una comunidad cristiana que no entiende de fronteras y que cada año aporta desde el corazón de Doñana , al mundo entero, las muestras más vivas de la plenitud de la Fe .

El cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach , presidía ayer el acto de presentación de hermandades junto al obispo de Huelva, José Vilaplana , los representantes de la Junta de Gobierno de la Hermandad Matriz de Almonte y las autoridades civiles y militares de la provincia de Huelva. El cardenal quiso estar ayer en El Rocío para recibir a la nueva filial de Cornellá de Llobregat , incardinada en su diócesis y que se presentaba con su hermandad madrina de Emigrantes de Huelva.

Una tras otra, hasta completar las 110, todas fueron rindiendo pleitesía en un ritual cargado de salves y vivas. Los sones del tamboril y la flauta anunciaban el inicio de la presentación que abrió un exultante presidente de la Matriz, Juan Ignacio Reales , en sus primeras palabras de bienvenida a las filiales, asociaciones y peregrinos, como máximo dirigente de la hermandad.

También era el primer Rocío completo del nuevo alcalde de la localidad de Almonte, el popular José Antonio Domínguez Iglesias , que el año pasado tomaba posesión de su cargo un día como hoy.

Villamanrique fue la primera de las filiales en plantar su Simpecado a las puertas del santuario. Un nutrido grupo de peregrinos acompañaba la preciosa carreta de plata de la hermandad más antigua. Tras ella, con la explanada ya repleta de almas entregadas al fervor rociero , hizo su presentación la Hermandad de Pilas .

Para entonces, los sones del tamboril se mezclaban ya con las carretas de los Simpecados en una auténtica explosión de alegría . Atrás quedaron duros caminos de pesadas arenas.

Llegó el turno de La Palma del Condado , la filial más antigua de la provincia onubense y pionera en arrodillar sus bueyes ante las plantas de la Virgen. A los romeros de este rincón del Condado de Huelva le seguían los de Moguer que también se presentaron ante la Patrona de Almonte con sus bueyes de rodillas. Mientras, se preparaba el centenar largo de filiales que aún debían desfilar ante la Reina de las Marismas.

Sanlúcar de Barrameda rezó cantando por sevillanas ante la Señora. Acompañando, como en años anteriores, la Hermandad de Chipiona.

El momento más esperado llegaba. Pero el gentío clamaba desde las claras del día allá por el Ajolí . El difícil caminar, los problemas con el ganado, las carretas que tuvieron que dejar atrás…nada restaba porque en Triana todo suma. Con ellos llega la plenitud máxima del día. «Ya está aquí Triana , ya está aquí Triana, ya está aquí Triana, Triana, Triana», un solo clamor en los peregrinos que acompañaban al Milagroso Simpecado que habita en la capilla de la calle Evangelista. Porque Triana es así, derrocha pasión en lo que hace y en cómo lo hace. Los sombreros miran hacia las marismas eternas del cielo, así saludan a su Madre los trianeros. Entusiasmo, fe y solera en la ya casi bicentenaria filial sevillana.

Tras ellos, el sabor del cajón de Umbrete, el estilo de la gente de Coria del Río , y el compás de Huelva, Huelva», que anunciaba la llegada de la filial onubense. La Hermandad de San Juan del Puerto sería la siguiente. Fundada en 1913, nacía en los albores del siglo XX.

Momentos especiales se vivieron también por la tarde con la llegada de las demás hermandades de Sevilla , especialmente con la de la Macarena que hacía su última presentación en sábado.

Por la noche, tras las última de las 110 filiales, el silencio recogía el testigo de la fiesta en el tradicional Rosario que Almonte ofrece como acción de gracias en la jornada central de su Romería de Pentecostés. No conoce El Rocío quién no vive estos contrastes entre el recogimiento y el júbilo, entre el fervor popular y los más íntimos sentimientos. A partir de ahora, la tensa espera para el salto a la reja.

La Misa Pontifical, el rosario de las hermandades y el culmen, la procesión de la Señora por las calles de la aldea. El amor crece cuando se reparte, El Rocío se vive cuando se siente.