Una mujer confiesa en Juan y Medio cómo fue su matrimonio de 65 años: «He sido una criada para todo»
Uno de los testimonios más recientes de la 'La tarde, aquí y ahora' dejó al público conmocionado y sin palabras
Este es el motivo por el que Juan y Medio abandonará Canal Sur las próximas semanas: «Se os va a hacer la vida muy dura»

En una época no tan lejana, las relaciones se concebían como pactos para toda la vida. «Hasta que la muerte nos separe» no era una promesa simbólica, sino un destino casi inevitable, al margen de la felicidad, el cariño o el respeto mutuo. En muchos casos, el amor no duraba porque era fuerte, sino porque era obligatorio. Y cuando la costumbre reemplaza al afecto, lo que queda no siempre es amor, sino resistencia.
Este fue el telón de fondo de uno de los momentos más conmovedores vividos recientemente en el programa 'La tarde, aquí y ahora', presentado por Juan y Medio. Allí, una mujer mayor —de esas que han cargado generaciones sobre sus hombros sin pedir nada a cambio— compartió su historia de vida y matrimonio. No fue un testimonio cualquiera. Fue una confesión a corazón abierto sobre lo que significa vivir 65 años junto a alguien sin haber sentido jamás el calor del verdadero cariño.
«¿Tú has sentido cariño en tu matrimonio?», preguntó Juan con la delicadeza que lo caracteriza. La respuesta de la mujer fue contundente, sin adornos: «Ninguno. He sido una criada para todo.»
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El silencio que siguió fue tan elocuente como su frase. Después, con una serenidad que solo da una vida entera de resignación, explicó que conoció a su marido a los 14 años, trabajando en una fábrica. Juntos emigraron a Alemania, también a trabajar. Se casaron, formaron una vida, pero no un hogar en el sentido más tierno de la palabra.
Juan intentó dimensionar el tiempo: «¿Cuántos años estuviste en esa situación casada?». «Pues hasta que murió él», respondió la invitada, como si de algo obvio se tratase. «¿65 años juntos?», volvió a preguntar el presentador, «Sí. Toda la vida. Pero cariño… lo justo.» Una frase que dolió más por su frialdad que por su honestidad.
El testimonio de esta mujer no solo tocó corazones, también abrió un debate profundo sobre las relaciones largas que se dan por hechas, sobre las mujeres que durante décadas no fueron compañeras, sino asistentes, sobre el amor entendido como sacrificio silencioso.
Esta historia, tan real y tan cruda, nos recuerda que la duración de un matrimonio no debe medirse en años, sino en cariño, en respeto y en ternura. Y que decir «toda la vida» no siempre es sinónimo de una vida buena.
Quizá ha llegado el momento de preguntarnos si la clave de una buena relación no es que dure para siempre, sino que valga la pena mientras dure.
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