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El desafío de Fuengirola al duplicar su población cada verano: «Me voy a Bilbao, más fresco y menos agobio»

Turistas y vecinos escriben la historia de una ciudad que cada verano crece y se reinventa para no perder su esencia

La playa de Los Boliches (Fuengirola) llena de veraneantes en este inicio de mes de julio. Francis silva
Alejandro Trujillo

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Arde Fuengirola. Son las ocho y Fuengirola ya bulle bajo un sol que empuja el termómetro hacia los 30 °C. Las ruedas de las maletas repican sobre las losas calientes, los camareros descargan barriles en los chiringuitos y una bruma salada se desprende del Mediterráneo ... antes de la primera zambullida. «Llevamos semanas afinando cada detalle para el mes más fuerte del año», confiesa Fernando Sánchez, dueño del Hostal Los Corchos en Los Boliches. Aquel barrio de redes y barcas es hoy escaparate de la ciudad: sus calles se ensanchan para recibir la marea de visitantes que cada verano reinventa Fuengirola.

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