25 años de alcalde
Francisco de la Torre: «A la política se viene a servir al bien común y no al particular»
Entrevista
El alcalde de Málaga pide reflexiones profundas sobre la capacidad de gestión de los consistorios o la honestidad a la hora de gobernar

Francisco de la Torre (Málaga, 1942) ha cumplido 25 años como alcalde de Málaga. Hay generaciones de malagueños que no han conocido otro regidor más que este servicial político, agradable en el trato y con una visión a muy largo plazo de la ciudad ... que desea. A sus 82 años ha sido parte de la historia de España, desde ser uno de los diputados en Cortes de la UCD durante la Transición a uno de los alcaldes más longevos del país. «A UCD le guardé luto», recuerda sobre su parón en política desde 1982 a 1995. Luego regresó como independiente en la lista del PP al Ayuntamiento de Málaga y acabó de alcalde por la salida de Celia Villalobos para ser ministra. Desde entonces gobierna Málaga, tras las últimas elecciones otra vez con mayoría absoluta y con ganas de cumplir su compromiso de cuatro años.
—¿Cómo han sido estos 25 años?
—Gratos desde el punto de vista de amor a la ciudad. Soy malagueño y quiero mucho a mi ciudad. Creo que no ha sido reconocida o aprovechada su potencialidad. Uno se siente feliz cuando avanza. Es un balance positivo de felicidad, de esfuerzo, de trabajo y luego de gratitud y reconocimiento a quienes han ido depositando la confianza cada cuatro años y a quienes han formado los equipos de concejales magníficos o directivos y personal funcionario. Y mi gratitud por haber conseguido una colaboración público-privada en muchos aspectos.
—¿Cuál han sido las claves que marcan su gestión?
—Si me permite plantearlo como un resumen, el cambio hacia una ciudad que sea productora de autoestima para que los malagueños se sientan orgullosos de ella porque la vean cómoda, más accesible, más personalizada, esté más abierta al mar, más conectada con el puerto, que es un tema importante. Ciudadanos orgullosos porque tienen mejores servicios públicos que antes, porque el transporte público es francamente bueno o la empresa de agua tiene un agua de gran calidad desde el año 2005. También el crecimiento de las zonas verdes. Estamos en cerca de 14 metros cuadrados por habitante. Y luego también la estrategia de la ciudad de ser fuertes en cultura y en tecnología. Es una estrategia que ha demostrado su eficacia para retener talento de los malagueños y atraer talento de fuera.
—¿Qué espinita tiene clavada?
—Está ahora muy de actualidad el auditorio, porque efectivamente tenía que estar hecho desde los años 80. Perdimos la oportunidad con Valencia y Murcia. Nunca sabré por qué no se aprovechó. Está ahora con la dificultad de que el Ministerio de Cultura no está por la labor. Paradójicamente, cuando el país debe ser más rico que hace 40 años. Y luego siempre ha estado como telón de fondo la vivienda. Hemos hecho mucha vivienda social pública, más de 5.300. Ahora tenemos un parque de vivienda alquilada que es el tercero de España, detrás de Madrid y Barcelona. Cobra especial actualidad este tema porque dentro de toda España hay una demanda mayor que la oferta. Eso tendría que estudiarlo el Gobierno central y las autonomías, que son competentes en esta materia, para ver por qué se ha ido produciendo esa distanciamiento entre la oferta y la demanda. A mí me preocupa este tema. Málaga es una ciudad con éxito, pues mucha gente quiere venir a trabajar aquí. Nosotros tratamos que sea solo Málaga, sino que sea el espacio que rodea a la ciudad; que vayan a las zonas que tenga una cierta conectividad o movilidad aceptable. Hay un tren que llega a Fuengirola y luego otro por el Guadalhorce. Invitamos a pensar en otros espacios cercanos y somos proactivos en que haya agilidad en la producción de suelo finalista, tanto para promoción privada como para promoción pública.
—En vivienda llama la atención la propuesta de pisos para jóvenes...
—Van a ser pisos de un dormitorio y de dos, porque los propios promotores tienen que ver que los números le salgan para poder tener una respuesta satisfactoria. Una vez aprobada en pleno la lista de las 24 parcelas, se está ya preparando el pliego, para un mínimo de 100 o de 200 viviendas. El Plan Nacional de Vivienda contempla algún tipo de apoyo a este tipo de cuestiones. Ahí estaremos. Los promotores tienen también que hacer un cierto seguimiento, igual que en el programa de fondos europeos. Queremos que sea una oportunidad para ellos de ahorrar para poder plantearse en siete años comprar una VPO. Seguiremos produciendo en Málaga las condiciones para que haya más VPO. Y en esto hay que reducir la duración de la tramitación urbanística y del desarrollo para poder tener ese suelo finalista. Hay que dar una respuesta rápida, pero con una visión de futuro.
—Y ante una subida de residentes, ¿le preocupan los servicios?
—Me preocupa sobre todo la movilidad. En la medida en que pueda tener éxito que ciudadanos de otros sitios de España o de otros países puedan venir, tienen que tener espacios alrededor. El Foro de Movilidad habla mucho del transporte interurbano, el bus, cómo mejorarlo para que haya menos desplazamientos en coche privado. Es muy importante resolverlo, pero son otras administraciones las que tienen que estar. Los ayuntamientos españoles somos los más débiles de Europa, porque se hizo muy mal la descentralización cuando se puso en marcha la Constitución. Se cambió un centralismo por 17. Cuando es una autonomía uniprovincial se nota menos, pero cuando es una grande, como Andalucía, se nota mucho. Podría ser todo mucho más ágil si muchas competencias, como viviendas, política social, cultural, las activas de empleo, hasta la educación primaria, estuvieran en el ámbito local. Hay un diálogo más fácil con los ciudadanos. Puede ser más rápido, más eficaz y más barato. Los municipios alemanes y franceses, no digamos los del norte de Europa, tienen diez veces el presupuesto por habitante y año que nosotros. Necesitamos una cooperación leal y clara de la autonomía y del Gobierno.
—Usted que ha conocido a todos los presidentes en democracia, ¿cómo cree que ha cambiando el liderazgo en política? ¿Ha mejorado?
—No, no, no. No ha mejorado. Creo que ha habido un cambio muy fuerte. Pedro Sánchez tiene un Ejecutivo condicionado por los socios que ha querido o ha buscado o tenía pensados, porque fue al día siguiente de las elecciones cuando dijo que tenía el acuerdo ya con Podemos. Y luego los otros acuerdos vinieron enseguida. Eso le condiciona, no cabe duda, y radicaliza al Partido Socialista. No es bueno. Es uno de los partidos centrales básicos en la Transición. La democracia española debe tener partidos capaces de entenderse y solo se puede hacer desde la moderación del centro derecha y del centro izquierda. Ahí son capaces de tener elementos en común para los grandes desafíos que tiene España en materia educativa, de innovación, emprendimiento o vivienda. Luego hay otros factores últimos de no ser un gobierno honesto o de falta de gobernanza. A la política se viene a servir al bien común, no al bien particular y ese bien común está por encima del bien del partido.
—Alguna vez le han tirado de las orejas por opinar distinto a su partido...
—Mi defensa de la ciudad está por encima de lo que pueda desear el partido y lo deben de entender. A nivel regional encuentro una capacidad de diálogo y de transparencia que en la etapa del Partido Socialista no la había. Ahora me puedo enterar de que hay fondos europeos. Antes no había forma de saberlo. Creo que este país necesita hacer una reflexión de cómo dotarse de más capacidad en fondos públicos de inversión. Dependemos mucho de los fondos europeos. Estar en Europa suponía converger en materia de calidad, competitividad y productividad. Eso supone también en calidad educativa y formación, dedicar más atención a la formación profesional. Estas cuestiones han faltado. Se está corrigiendo, pero se tenía que haber hecho en su momento.
—Santos Cerdán en prisión. ¿Otro presidente hubiera aguantado?
—Todos los temas judiciales que han surgido, temas ligados al propio entorno personal y familiar del presidente. Estos temas del Partido Socialista, muy conectados a temas de gobierno. Evidentemente, no son buenos para la imagen de España. Tenemos que competir en economía, hablar de productividad y de calidad educativa, pero también de buena gobernanza. A ver quién lo hace mejor. Creo que es el modelo con el cual deberíamos de conseguir una Europa en vanguardia. La calidad democrática de Europa es fundamental que se conserve de cara a los países que no la tienen, pero supone buena gobernanza. Una buena aplicación de recursos públicos, gobiernos honestos y que piensen en el bien común. Es oportuno.

—Temas como ese o la amnistía, ¿cómo afectan a las instituciones que quieren hacer bien las cosas?
—No es estimulante. Trabajamos para hacer las cosas lo mejor posible, pero lo que queremos es que España tenga una buena imagen y que, sobre todo no erosionar nuestra Constitución. Lo que se hizo en la Transición fue muy importante entre todas las fuerzas políticas y esa Constitución es básica para que sobre ella vayamos construyendo un país en el cual todos se sientan cómodos. Tenemos que hacer las cosas muy bien en cada nivel y cada uno cumplir con nuestra obligación, tanto en el plano público como privado. Si es así, el país irá de maravilla. ¿Pero cómo le vamos a echar la culpa al marco constitucional? Tenemos una Constitución inspirada en las mejores instituciones europeas, con una separación de poderes. No podemos tener un Poder Judicial y, entre paréntesis, constitucional condicionado desde el Ejecutivo. No puede ser. Tenemos que tener separación de los tres poderes.
—Han salido ya varias reflexiones profundas pendientes como sociedad, ¿por qué?
—Quizás por el tema electoral español. Cuando ha habido una mayoría absoluta se gobierna con una independencia de condicionantes, pero a lo mejor falta la capacidad de consensuar con la oposición. Sin mayoría absoluta, la cultura política española ha sido de pacto con los nacionalistas. No es lo mejor. En mi criterio, nos ha faltado que si se gobierna con mayoría absoluta es necesario pactar con la oposición y, cuando no la tienes, buscar el apoyo en el otro partido de implantación nacional, no los nacionalistas, que te van a plantear cuestiones egoístas desde de su territorio, pero no las mejores para España.
—¿Cómo lo aplica usted?
—Me gustaría dialogar más con la oposición. Saben que mi despacho está abierto para ellos. Tengo mayoría absoluta, pero nunca tengo inconveniente en dialogar. Ahora bien, también la oposición tiene que tener la capacidad de ver que no tiene que decir que no a todo, sino que sí puede decir que sí.
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