Fernández de Moya: alcalde en mitad de un mar rojo

Amable en el trato, tiene esa aspereza propia de las personas tímidas que se va diluyendo cuando las cámaras y micrófonos dejan de grabar. Es un tanto rigido en las formas y maneras pero en su entorno cercano es un hombre muy familiar, de costumbres frugales y muy de Jaén, «en esta ciudad nací, aquí vivo y si dios quiera aquí moriré». Estuvo dudando si repetir o no como candidato por estar más cerca de su familia pero al final, disciplinado, acató la misión de encabezar la lista del PP por otros cuatro años, «esta será la última» dijo.

Además de todo esto el líder de los populares tuvo tiempo de convertirse en profesor titular de la Universidad de Jaén del área de Derecho Financiero y Tributario. Quizás por eso sus intervenciones públicas tienen cierto aire profesoral y aún conserva latiguillos y coletillas de cuando aún daba clase. Siempre que tiene la oportunidad muestra su profundo dominio de las materias que enseñaba y quizás ello le llevo a ser elegido, en su etapa como diputado regional, portavoz de Economía. Tiene fama de espeso en sus exposiciones pero nadie le niega que se prepara, sistemática y puntillosamente, los temas a debatir.  Es un rocoso oponente.

Es desde 2002 Vicesecretario General del PP-A en el Área de Estudios y Programas y desde 2011 senador por la provincia.  Pero del puesto que más orgulloso está, no duda en repetirlo, es el ser alcalde de Jaén, «es para mí un honor haber sido, de los seis alcaldes de la ciudad en democracia, el que más apoyo ciudadano ha conseguido». Fernández de Moya obtuvo una mayoría histórica en las elecciones de 2011 que llevó a su partido hasta los 16 concejales, cuando la mayoría absoluta está en 14, un éxito que en el PSOE aún no se explican ya que contaban con la gran baza del tranvía. Una infraestructura que, en lugar de ayudar a Carmen Peñalver a revalidar otros cuatro años como alcaldesa socialista de la ciudad, provocó un autentico descalabro electoral.

Durante estos cuatro años ha lidiado con una situación económica extremadamente delicada «más que alcalde soy administrador concursal de la ruina que me han dejado». Uno de sus grandes objetivos era conseguir llegar a final de mes con una plantilla de 1.400 personas, algo que ha conseguido a pesar de las apocalípticas profecías de la oposición que señalaban que habría que despedir a más de 300 trabajadores para que el ayuntamiento no quebrara.