Los Reyes Magos traen a Granada la ilusión y también la lluvia

Pero eso no hizo falta. Con algo de retraso sobre el horario previsto, poco antes de las seis de la tarde, el cortejo empezó su recorrido en la calle Gran Capitán. En el mismo participó un séquito de unas ochocientas personas distribuidas en 26 carrozas.

A esa hora se abría un claro en el cielo que podría interpretarse como una señal, como la luz verde de un semáforo, o mejor aún, así lo quisieron ver muchos, como una tregua de unas horas. En la mente de todos está que hace falta que llueva, y mucho, así que ojalá lo vuelva a hacer mañana. Y el domingo. Y el lunes…

Hacia arriba, en dirección a la Gran Vía de Colón, fue arrancando una cabalgata donde había de todo: pingüinos, mariposas, piratas gigantes, gimnastas rítmicas, coches de carreras… y por supuesto, rostros conocidos de la tele y los videojuegos, como los Picapiedra, Peter Pan o Mario Bros.

A su paso, los que iban encima de las carrozas tiraban puñados de caramelos que algunos profesionales de la captura recolectaban como si le fuera la vida en ello. No sería exagerado decir que los más profesionales acumularon centenares en sus bolsas. Si se repartieron en total 16 toneladas, es cuestión de calcular cuántos kilos se llevaron ellos.

Por supuesto, los protagonistas eran los Reyes Magos, representados para la ocasión por Pablo Pin (entrenador del equipo de baloncesto Fundación CB Branada), Gabino García (director de la emisora de radio Cope en Granada) y Kiki Morente (cantaor e hijo del inmortal Enrique Morente). El paso de sus majestades fue, lógicamente, lo más celebrado.

A las siete de la tarde, justo cuando estaban desfilando las últimas cabalgatas por la Gran Vía, empezó a llover. Fue un chaparrón de los buenos y, aunque no duró demasiado, sí que sirvió para que los organizadores se replantearan el itinerario. Se preveía más lluvia y no era cuestión de llegar empapados al final del recorrido.

En consecuencia, como las primeras carrozas ya habían pasado por Reyes Católicos y se acercaba al ecuador, se adoptó la medida de acortar el desfile. La entrada en el barrio de Vergeles-Zaidín fue casi testimonial y los Magos de Oriente y su numeroso séquito se limitaron a pasar por las calles Profesor Tierno Galván, Pablo Picasso y Poeta Manuel de Góngora para volver a meterse en el centro. Quienes esperaban en Camino de La Zubia, calle Fontiveros, Andrés Segovia tuvieron que moverse porque la idea era llegar a la Plaza del Carmen, sede del ayuntamiento, a las 20.30 horas. Es decir, una hora antes de lo que al principio se ideó.

Una decepción para muchos, con seguridad. Pero la seguridad –de los asistentes y por supuesto también de los participantes- debe ser lo primero y los riesgos, cuando hay miles de personas en la calle, deben minimizarse todo lo posible.

De todas formas, aunque la que está considerada como una de las cabalgatas más antiguas de España –la primera edición data de 1912- no tuvo el esplendor de otras ocasiones, fue exclusivamente por motivos ajenos a su voluntad. Hubo colorido, hubo calidad en la puesta en escena y se transmitió la alegría y la ilusión que corresponde a uno de esos días especiales del año. Para los niños y para los no tan niños.