Misterios de Andalucía: fenómenos paranormales en la casa Castril de Granada

Así al acabar las luchas españolas contra los árabes se le ofrece, en agradecimiento, la posibilidad que edifique un palacio en el barrio de Axares, tradicionalmente musulmán. La obra se finaliza en 1539 siendo una referencia en toda la ciudad.

«Esperando la del cielo» es la inscripción que nos recibe al llegar al edificio del Museo Arqueológico Provincial, Casa Castril, junto a una fecha en la fachada «adornada» por hermosos balcones ciegos.

Pero la historia de Casa Castril sigue cuando la casa es habitada por los descendientes de D. Hernando de Zafra, uno de ellos junto a su hija Elvira, de 18 años con la que su padre tenía un exceso de celo y apenas dejaba que tuviera contacto con nadie, mucho menos con hombres que la pretendieran.

Pese a ello, y como en el drama del granadino García Lorca 'La casa de Bernarda Alba', la chica se enamoró, y tuvo un romance con un chico llamado Alfonso, al que veía a escondidas gracias al capellán y a un paje.

Una noche Elvira leía una carta de amor que Alfonso le había mandado con el paje, mientras la leía emocionada acompañada por el sirviente entró en la alcoba el padre que creyendo que tenía un romance con el chico lo mandó ahorcar delante de toda la servidumbre de palacio. Fue ahorcado del balcón por mancillar el honor de su hija, un crimen tan injusto como cruel. «Pide justicia, que ahí ahorcado podrás quedar esperando la del cielo el tiempo que quieras» le dijo el señor, posteriormente aquel balcón fue tapiado, cegado.

Pero la tragedia no vendría sola y Elvira, víctima de una depresión, se quitaría la vida al ingerir veneno.

Hoy día se dan todo tipo de hechos paranormales en la sala romana, en la primera planta, cerca de donde se produjeron los trágicos hechos. Apariciones espectrales en la que los testigos afirman haber visto a una joven de blanco, una 'dama banca' que pasea alumbrándose con una vela en un recorrido cíclico y eterno. Se escuchan extrañas respiraciones, alientos de nadie.

Una empleada del servicio de limpieza tuvo, en 1998, una experiencia impactante, se encontraba mal y se sentó a descansar un momento, estando sentada vio aparecer la hermosa figura de una joven esbelta con el pelo largo, la chica la miró y le sonrió para desaparecer. Se sintió mejor y se incorporó comprobando como no había rastro del mal que la había obligado a sentarse. Visitó el médico en días posteriores y en los análisis no había trazas de ninguna enfermedad. Ella siempre lo achacó a aquel fantasma que se le apareció en Casa Castril.