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LA CERA QUE ARDE

La ola y los merluzos

El deán Pérez Moya ha rescatado el término «merluzo»

Turistas en el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral Valerio Merino
Rafael González

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Antes de que nos lobotomizaran las cabezas sabíamos que en verano hacía calor y en invierno, frío. En Córdoba , hemos convivido con el concepto «entretiempo» más por cortesía hacia el mismo que por conocimiento del hecho estacional. De la manta y mesa camilla ... al ventilador y la silla de anea en la puerta solo había una mínima transición de rebequita en los anocheceres. La muchachada, en verano, podíamos salir con las bicis por la tarde para disgusto de las madres pero, como contraprestación, guardábamos las dos horas preceptivas de digestión antes de volver al agua. Eran otros tiempos con indiscutibles certezas, con relativas prudencias heredadas y sin ruido generalizado. Después de la Logse llegó la ola de calor, el golpe de calor, la hidratación y los sabios consejos de «no salga usted, buen hombre, a correr con mallas largas a las cinco de la tarde por el Vial que le puede dar un jamacuco». El jamacuco es ahora, como digo, el golpe de calor. Los imprudentes, los de toda la vida.

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