La trampa

Los señores Carrillo y Gómez son un estupendo aporte a la política porque ambos son excelentes profesionales. Otra cosa es que ellos, con mayor o menor experiencia, sepan lo que es la política y el sábado en Madrid, recibieron además de una patada en el jopo, un breve máster sobre de lo que va la cosa. Porque la movida LGTB no es una reclamación de derechos: es política . De izquierdas . De extrema izquierda , en concreto. Intolerante, sectaria, y violenta, como pudimos comprobar. Y ahora ya me pueden insultar, si les apetece.

Hay sitios a los que no se debe ir cuando uno no va a ser bien recibido o te va a provocar dolor de cabeza. Yo no fui el sábado al Festival de la Guitarra a ver a Iván Ferreiro porque, aunque soy fan, más de tres canciones seguidas de Ferreiro me producen jaqueca. Además el gallego colabora constantemente con muchos artistas y causas. Te montas en un ascensor y te dice Iván Ferreiro a qué planta vas, porque ha hecho un dueto con OTIS. Ustedes pueden entender que en el caso que ocupa a nuestros cordobeses representantes públicos, su presencia es necesaria porque, en efecto, hay que defender la tolerancia y el respeto allí donde no se ejerce. Es cierto, pero es una trampa, una trampa en la que ya cayó el PP y ahora ellos.

Formaciones políticas que ya fueron tachadas de fascistas como ahora se lo dicen a Vox , o sea, que ya saben lo que es que te llamen lo que no eres. Porque Vox puede ser muchas cosas, pero no es, negro sobre blanco, nada de lo que dicen que es. Como PP y Cs hace años. Otra cosa es que renuncies a tus valores y te sometas al aprobado de un lobby que nunca te va a votar y que, por muy loables que sean tus propósitos, no te va a admitir en su subvencionado club. Y esto no solo es constantemente así, sino que además los partidos apestados siguen empeñados en hacerse querer. Un drama amoroso. Una tragedia. Y que encima no les da cariño en las urnas.

Es necesario pelear todos los días por el respeto, por la diversidad, por los diferentes (suponiendo que lo sean, que no lo son). Pero no se puede hacer desde la soberbia , cuando tu estrategia partidista te impide pactar frente al bien común, por ejemplo. Tampoco desde el miedo, el miedo a llamar las cosas por su nombre y ejercer en consecuencia.

Siempre es más cómodo aceptar la trampa y después quejarte. Mi padre solía decir que el que con sus manos se capa, buenos cojones se deja. Pues eso.