VERSO SUELTO

La número mil

Como si hubiera muerto dos veces, Ana Lucia da Silva no es ya más que un número redondo

Concentración en Córdoba por el asesinato de Ana Lucia da Silva Valerio Merino

Ana Lucia da Silva ya es un número. Como si hubiera muerto dos veces, una cuando la asesinó el hombre con el que vivía el viernes pasado en Córdoba y otra cuando ha pasado a ser una cifra redonda, un número especial ... , el mil. De vez en cuando se harán montajes con los nombres de las fallecidas y allí estará el suyo, y quizá la edad y la ciudad a la que vino a ganarse la vida y a morir. Dentro de algunos días llegará la que hará el número mil uno y la sacará de plano, y entonces habrá que mirar a otra ciudad, otras caras en los minutos de silencio y quizá lemas distintos en las concentraciones.

La amistad de las asociaciones con Ana Lucia ha durado menos de una semana, quizá ni siquiera dos días enteros. La proclamó la plataforma contra la violencia hacia las mujeres al mediodía del sábado, ante las puertas del Ayuntamiento que estaba a punto de constituirse. Habían pasado 24 horas desde que los bomberos encontraron los dos cuerpos con heridas de arma blanca. «Estaremos contigo, amiga», dijeron con esa palabra para convocar a la concentración que se celebraba aquella tarde en su barrio de Valdeolleros . A partir de ahí parece que no quedaba otra cosa que hacer que esperar el veredicto de que aquella muerte correspondía a la llamada violencia de género. El sintagma al completo es importante, porque de un tiempo a esta parte parece haberse convertido en una categoría tan específica que sólo puede tener un nombre científico, y al que se salga de él en una letra se le condenará a pena de sambenito donde diga «machirulo» o «fascista».

Cuando la confirmación llegó por fin ayer , Ana Lucia da Silva pasó a ser la mujer número mil, y su muerte parecía importar menos que la conmemoración, como si fueran aquellos turistas un millón a los que recibían con un arco de flores. Desde días antes se venía haciendo la cuenta de las novecientas noventa y pico que habían fallecido desde que empezó el registro en 2003, porque alguien habrá pensado que las decenas de todos los años no son suficientes para impresionar. Visto así, la consideración de víctima de la violencia de género es así como una acreditación a título póstumo, que da al vil asesinato la relevancia de poder salir en el telediario y de que los políticos y las asociaciones lamenten la muerte. La que muera acuchillada por un hijo con un trastorno mental que el sistema sanitario no atiende bien no será más que una víctima de sucesos; el hombre envenenado por una mujer apenas tendrá fuerzas para salir de la columna de breves y nadie preparará un manifiesto para lamentar su muerte.

La acreditación de violencia machista, que es como un sello que por sí mismo justifica las causas y las consecuencias, explica también que ninguna asociación de guardia haya puesto el grito en el cielo por la legislación que permite que un hombre pueda matar a dos mujeres con apenas 17 años de diferencia , y esté en libertad condicional con el antecedente atroz de haber estrangulado a su esposa y madre de sus tres hijos con el cable de la plancha. Fue una protovíctima que por morir en 2002 nunca estuvo en ninguna estadística , pero desde que leí su historia me he preguntado quién de los tantos que ya se preocupaban amparó a aquellos huérfanos. Ahora la hermana y la hija de Ana Lucia buscan ayuda para devolver su cuerpo a Brasil , pero yo estoy tranquilo: reunirá el dinero de tantas amigas como le han salido en Córdoba a la asesinada número mil.

Artículo solo para suscriptores
Tu suscripción al mejor periodismo
Bienal
Dos años por 19,99€
220€ 19,99€ Después de 1 año, 110€/año
Mensual
3 meses por 1€/mes
10'99€ 1€ Después de 3 meses, 10,99€/mes

Renovación a precio de tarifa vigente | Cancela cuando quieras

Ver comentarios