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Pasar el rato

El lenguaje de la calle

Si un orador habla vulgarmente para hacer concesiones al auditorio lo está despreciando porque lo supone limitado intelectualmente

Un momento de la conferencia de Rafael Santandreu ÁLVARO CARMONA
José Javier Amorós

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Sin grandes logros, uno ha dedicado toda su vida a tratar con el debido respeto la lengua castellana . A incrementar el vocabulario, a cuidar las palabras, a entender su significado, a ordenarlas en la frase y a pronunciarlas luego con su poquito de ... música. Por unas cosas o por otras, uno nunca ha llegado a ser un hombre de provecho, que suena a haber hecho bien la digestión. Uno tiene un estómago políticamente lábil , y apenas digiere media docena de ideas esenciales. Ahora es tarde para lamentar una vida desperdiciada . Si hubiera escrito una mala novela o tenido menos pudor comunicativo, que viene a ser lo mismo, tal vez sería hoy ministro de Cultura del gobierno de Pedro Sánchez. Hace ya tiempo que uno se limita a darse el pésame cada semana, en este rinconcito de las cosas perecederas. A uno le gustaría morirse en castellano. El idioma, claro.

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