La orden de San Jerónimo

La vida del religioso jerónimo se rige por el equilibrio entre oración, soledad y trabajo . Si algo la caracteriza históricamente es ser una orden hispana, fundada en Castilla y extendida por el resto de España, Portugal y las colonias de ambos reinos.

Gozó del favor de la Monarquía y fue una orden poderosa. Cuando uno piensa en los jerónimos vienen a la mente sus monasterios de Yuste, elegido por Carlos V para su retiro; El Escorial, el legado material y místico de Felipe II, concebido como panteón real; Guadalupe en Cáceres, puerta espiritual al Nuevo Mundo; San Jerónimo el Real en Madrid, anejo al Palacio del Buen Retiro; o Santa María de Belén en Lisboa, una de las cumbres del estilo manuelino, también erigido como panteón real. Paradójicamente, el poder que los encumbró estuvo en el origen de su decadencia: la Desamortización de 1835 les arrebató su patrimonio y, al no tener comunidades fuera de España donde refugiarse, el golpe fue gravísimo. Hoy sobreviven un convento masculino, El Parral en Segovia , y un puñado de monasterios femeninos.

El nombre de Córdoba está escrito con letras mayúsculas en la historia de esta orden. San Jerónimo de Valparaíso fue su convento desde principios del siglo XIV hasta la catástrofe de 1835. Y Santa Marta, fundado en 1462, pervive como la comunidad religiosa más antigua de nuestra ciudad .

Desde Córdoba, varias voces se han unido a este Centenario. El sacerdote y periodista Antonio Gil en su pregón detalló los mensajes que nos deja San Jerónimo: «Primero: el mundo hoy necesita santos como él, traductores de la palabra de Dios al lenguaje moderno. Segundo: San Jerónimo fue una vocación tardía, la vida nos exige buscar siempre y no detenernos nunca. Tercero: San Jerónimo se siente pecador, siente sus pecados y, por eso, busca el silencio del desierto. Cuarto: San Jerónimo nos diría lo mismo que a sus devotos que le acompañaron: Amad las Sagradas Escrituras y así conoceréis sus secretos más importantes. Quinto: estudiar, meditar y escribir, tres hermosas tareas que condensan su vida».

Y la madre María de Gracia , religiosa de Santa Marta, ha dicho: «Si la Orden de San Jerónimo desaparece, bendito sea Dios. Si la transforma, si la renueva, bendito sea Dios. Él permanece y lleva adelante la historia soñándola, con amor. En lo que dependa de nosotros Él nos dará la luz, el discernimiento y el querer ver. Quien piensa que esto no tiene solución es porque no sueña . Es posible que la voluntad de Dios no coincida con lo que nosotros desearíamos, pero yo sé que Dios crea soluciones nuevas constantemente. Gracias Señor».