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Rafael Aguilar - EL NORTE DEL SUR

Feliz 2017

El año se va como vino: con la sensación de estar pisando un territorio de ciencia ficción

ACABA el año. Se va como vino: con la sensación de estar pisando un territorio de ciencia ficción. Ve uno en el calendario eso de 2017 y piensa que hasta lo de la odisea en el espacio se ha quedado ya antiguo. Pasa ... 2016 y seguimos como estábamos. A verlas venir. Que la crisis está superada se escucha en la calle a media voz, lo dicen los empresarios sin querer creérselo mucho y desmintiéndolo además a renglón seguido. Sube la venta de coches, el mercado inmobiliario de segunda mano se anima mucho, en las calles del Centro no hay quien encuentre una tienda en paz para hacer las compras sin apretones y sin colas, ha abierto una librería en el mismo sitio en el que ayer mismo, o casi, cerró otra; y tenemos una protobiblioteca en Los Patos que avanza a buen ritmo y un museo nuevo en Miraflores, que ya era hora de que allí floreciera algo. Un museo o lo que sea. Un centro de creación contemporánea, dice la Junta, que le ha quitado al edificio el nombre de un coche a buen precio para apodarlo con unas siglas que son el culmen de la modernidad interestelar: C3A. Y, sin entrar en detalles, nos faltan las mismas cosas que hace doce meses: ahí andan los operadores del sector turístico llevándose las manos a la cabeza por los (nuevos) retrasos del Gobierno regional con el Palacio de Congresos de la calle Torrijos. Es que no aprendemos: las infraestructuras congresuales están malditas desde hace un tiempo en esta ciudad. Hace un par de décadas la negra se cebó con los puentes y ahora que ya cruzan el Guadalquivir o la autovía todos los que tenían que hacerlo el mal fario se ensaña con los edificios de reuniones de profesionales. Qué le vamos a hacer.

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