Cuando el Guadalquivir era la auténtica playa de Córdoba

De lo que sucedió en época reciente da cuenta el periodista Francisco Solano Márquez en su libro «Córdoba de la bicicleta a la vespa» , que relata cómo en los años 40 y 50, el Ayuntamiento permitía a Antonio Caballero Prieto establecer baños públicos en el Guadalquivir, junto a su casa, que era el Molino de Martos . Según el autor del libro, declaraba a la prensa ser «buzo y marinero, barquero y salvador». Presumía de que nadie se había ahogado, porque si alguno sufría un calambre, acudía a salvarlo. A finales de la década de 1950 el negocio lo llevaría su hijo Alfonso .

De ellos habla también Ricardo Molina en un artículo sobre la Ribera , «el más bello paseo cordobés», en que habla de los bañistas y de la barcaza que cruzaba el río.

Hubo travesías a nado por el Guadalquivir, en un época en que había menos puentes, y con notable éxito de participación. Pero también asuntos ingratos. Las corrientes del río y la poca pericia de algunos nadadores lo hacían peligroso y no faltaron nunca los ahogados . Francisco Solano Márquez da cuenta de algunos de los lugares más peligrosos, como las cercanías de los dos únicos puentes (el de San Rafael y el Romano) que entonces tenía Córdoba, pero también en la zona del molino de Carbonell .

El libro recoge algunos especialmente trágicos, como el de dos adolescentes de 16 y 13 años , en el año 1960, o el de un pescador que en 1951, para guarecerse de la lluvia se metió en la boca de un colector y se lo llevó un caudal de agua.