Centenario de Pablo García Baena | La huella de un poeta inolvidable

Más allá de esos actos puntuales, el influjo del que fuese Premio Príncipe de Asturias de las Letras sigue vivo en el mejor sitio posible: en las obra de otros poetas , que de él han aprendido una forma de entender el arte poético y también recursos técnicos. Creadores de todas las generaciones que hoy están en activo en España y que reconocen el magisterio de un escritor al que la mayoría de ellos conocieron en persona y trataron, aunque no todos, pues hay jóvenes autores nacidos en los noventa que reconocen su influencia aunque nunca llegaron a tener intimidad con él.

Se demuestra en cualquier caso que el hecho de abrir uno de sus libros y quedarse fascinado ante su lenguaje , la sensibilidad de su mirada y el ritmo demorado de sus versos ha sido una estampa clásica durante décadas y en especial desde los años 70, que fue cuando se produjo la recuperación de García Baena tras largos años de silencio.

Responsable fundamental en esa reaparición fue un poeta joven del momento, el también profesor universitario Guillermo Carnero (Valencia, 1947). Él publicó en los 70 un ensayo fundamental , que tituló ‘El grupo Cántico de Córdoba : un episodio clave de al historia de la poesía española de la postguerra’.

Según recuerda hoy el propio Carnero , « aquel trabajo era por una parte una acto de humildad y por otra un acto de dignidad : que era decir la verdad y reconocer quiénes son tus maestros ». «Mi visión de la escritura me la cambió Pablo García Baena, al igual que Cernuda, Góngora, Eliot y muchos otros, pero el problema es que en el ambiente sórdido del franquismo se cometió un error y los poetas de Cantico como Pablo quedaron en el olvido», explica el escritor. Para Carnero, como joven autor, «fue una deuda moral proclamar que García Baena había sido uno de mis maestros y su libro ‘Antiguo muchacho’ una revelación absoluta, al igual que lo habían sido en el pasado ‘Desolación de la quimera’ de Cernuda o ‘La fábula de Polifemo y Galatea’ de Luis de Góngora». «Creo que de la valentía de reconocer aquel magisterio hemos salido todos ganando y el reconocimiento de García Baena y de Cántico ha sido interminable hasta el mismo día de su muerte», concluye Carnero.

Por esos años también perfilaba su proceso de formación como poeta otra autora cordobesa de larga trayectoria , Juana Castro, que también reconoce su magisterio. Ella conoció su obra cuando llegó a vivir a Córdoba capital y explica que su poesía la sedujo e influyó . «Quizá donde se vea más claro esa influencia es en libros míos como ‘Narcisia’ o ‘Arte de cetrería’ , que son los dos poemarios que publico en la segunda mitad de los años ochenta» y que supusieron su consagración a nivel nacional. Castro matiza sin embargo que la obra de García Baena fue modulándose a lo largo de los años, y que su estilo más despojado de la parte final de su trayectoria «también puede ser modelo e inspiración».

Más allá de lo poético, la escritora también recuerda al Pablo García Baenaamigo, con el que llegó a compartir grandes momentos y del que ahora está escribiendo los recuerdos de algunas de esas vivencias comunes, como un viaje realizado por ambos a Los Pedroches.

Otro lugar donde García Baena dejó una huella profunda fue en Málaga , donde vivió durante décadas. Allí lo trató a menudo el escritor y periodista malagueño José Infante , que se precia de haber tenido con él una amistad de medio siglo. « Pablo ha sido un poeta fundamental del siglo XX , pero ante todo ha sido para mí un maestro de vida , porque nadie como él ha consagrado su vida a la poesía con un rigor extraordinario», explica Infante.

También señala que el influjo de Pablo no quedó únicamente en los Novísimos sino que también ha sido fundamental en generaciones posteriores. «Quizá ahora al morir tenga que pensar un poco el pulgatorio del olvido, como le pasó a Aleixandre, pero no hay duda de que es un autor fundamental en la segunda mitad del siglo XX y su nombre queda en Córdoba escrito en letras de oro junto al de Góngora», concluye.

El poeta y editor Raúl Alonso , nacido en Córdoba en 1976 , también tiene recuerdos muy tempranos de Pablo García Baena , pues su profesor de Literatura en los Salesianos, Juan Ruano, «nos hablo mucho de él y nos introdujo en su imaginario lírico». Fue el propio Ruano el que le recomendó a Alonso que en algún acto se acercase a él y lo saludase, algo que el joven autor hizo tras superar la timidez de la edad.

Nació ahí una amistad intelectual , que continuó luego en tardes de charla, café y tertulia en la casa de García Baena . «No fue una amistad cualquiera, pues siempre me impuso mucho respeto, pero Pablo significaba el magisterio y la transmisión de las vivencias de otros escritores admirados por mí y ya fallecidos como Ricardo Molina o Bernier», explica el escritor de ‘La plaga’. Alonso reconoce que no sabe hasta qué punto se ven en su poesía rasgos de la García Baena, pero asume que « Pablo ha sido fundamental en un aspecto clave, pues ha significado para mí una inspiración de lo que debe de ser un buen poeta como ejemplo de honestidad consigo mismo y de compromiso con la palabra”.

Un caso más singular aún es el de Estefanía Cabello , una joven poeta y filóloga cordobesa nacida en 1993 y que nunca conoció a García Baena en el plano personal, según ella misma explica. Aún así, citas a su obra aparecen en sus libros . Según señala la autora de ‘La teoría de los autómatas’, fueron escritores como Antonio Luis Ginés y Juan Antonio Bernier los que le dieron a conocer el autor, que les fascinó hasta el punto que leyó todos sus libros.

Cabello reconoce que hay poemas, como el antológico ‘Tentación en el aire’, que ha leído decenas de veces y el magisterio que han supuesto libros tan distintos y distanciados en el tiempo como ‘Antiguo muchacho’ o ‘Los campos Elíseos’. La poeta, que pasó parte de sus años de formación en México, lamenta no haber podido conocer en persona a Pablo García Baena , pero en su testimonio queda claro su influjo y su presencia en el plano litearario. Ese legado que acostumbran a dejar los clásicos y que atraviesa buena parte de las diversas generaciones de la poesía española, en la que García Baena sigue vivo y seguirá pues ya forma parte del manantial irrenunciable de la tradición literaria. Aún así hayan pasado cien años desde que vino al mundo.