VERSO SUELTO
Cabalgata caducada
La cabalgata es fruto del manto grisáceo del conservadurismo que impide a Córdoba avanzar
Cabalgata de los Reyes Magos en Córdoba en 2019
Hay una frase que basta para decidir que el debate que todos los años se monta en torno a la Cabalgata de los Reyes Magos es importante y pertinente. De los que se han lamentado de la pobreza, desgana y falta de brillo del ... cortejo que se organizó este año, no pocos lo remataban con una frase de resignación que puede ser excusa o hasta la definición certera de una forma de ver la vida: «Es que esto es Córdoba ». Esto es Córdoba y se hacen las cosas con desgana y sin voluntad, confiados en la voluntad de los niños a los que de todas formas les parecerá bien casi cualquier cosa que vean. Demasiadas veces han llevado razón quienes han dicho la frase, pero también hay muchos ámbitos, más privados que públicos, en los que no ha servido el latiguillo para justificar ninguna negligencia.
«Córdoba es una ciudad para heredar , no para invertir », me dijo no hace mucho un empresario que a su vez lo había escuchado de otro, y tenía toda la razón: en la ciudad la rutina a veces se hace tradición y el hábito termina siendo una esclavitud, y se hacen las cosas no por creer en ellas, sino por seguir con lo que se hizo siempre, entre el bostezo conformista de quien no quiere quebrarse la cabeza y el temblor del que piensa que cambiar traerá consecuencias desastrosas. Habrá algunos que se tienen la ropa con chistes («Virgencita, que me quede como estoy») o refranes («Más vale lo malo conocido») que seguramente habrán escuchado de los que estaban antes que ellos.
Por esa mentalidad inmovilista tuvo Córdoba que conformarse con una cabalgata esquemática como una casa de palillos de dientes de las que hacíamos en las manualidades del colegio, tan impersonal como un mercado medieval sin trajes y tan distorsionada y esquizofrénica como una cena de Nochebuena mirando a La Meca . Quien no quiere cambiar nada se aferra a que a los niños se les deslumbra con poco, pero niños cada vez hay menos y sus padres son los que tuvieron que ver el dragón del año nuevo chino, los malabares que parecían escapados de cualquier noche tonta del Rey Heredia, los muñecos que se parecían a Ladybug y Los Increíbles como una bici a una balanza y el autobús psicotrópico del Jardín Botánico.
Aquel cálculo de Rosa Aguilar de que en las peñas se jugaban cuatro concejales ha puesto aceite a un modelo atávico, con una subvención pública disparatada para una forma de trabajar enternecedora de puro naïf, donde lo importante es que se puedan colocar los nietos de los peñistas , y que los Ayuntamientos alternativos no han querido cambiar. En este tiempo en que proliferan las empresas de artes escénicas que pueden hacer un cortejo digno en el que la fiesta celebre tanto la raíz religiosa como las manifestaciones culturales e históricas de las que la ciudad forma parte, seguir con el conservadurismo sería como guardar los paquetes de gusanitos de un año para otro con la esperanza de que no se note que han caducado.
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