La operación Arcángel

Del campo de fútbol siempre hemos contado que es la obra pública municipal de edificación que ha concentrado más dinero: unos 80 millones de euros hasta la fecha. Rara vez se cuenta el precio indirecto de que el actual estadio sea fruto de la práctica destrucción de la obra acabada en 1993 y que se realizó a costa del famoso convenio urbanístico del Arcángel auténtico. Huelga decir que se han hecho estadios de mayor aforo en menos tiempo y con menor inversión.

Con el acuerdo de cesión, y previa realización de una competición (donde pueden presentarse los terceros que lo consideren oportuno), se entiende que la empresa propietaria del Córdoba CF se quedará como usufructaria legal de las instalaciones pagando como canon lo que queda por realizar del mismo. Esto es: el cuerpo de tribuna, parte del fondo sur y todo el tratamiento exterior del edificio que no es hoy, ni de broma, el que estaba en los diseños aprobados.

Esa parte del acuerdo es un auténtico ejercicio de fe con las condiciones en las que opera el fútbol contemporáneo y la empresa de hoy en día. El Córdoba CF es, en estos momentos, propiedad de un fondo que pertenece a la familia real de Baréin, una de las monarquías del Golfo Pérsico cuya solidez financiera se da por supuesta. También es el Córdoba una sociedad mercantil cuyas acciones pueden venderse mañana o entrar en concurso de acreedores. Como hemos visto lo que hemos visto con la propiedad del Córdoba, casi mejor andarse con pies de plomo con cualquier papel que vincule a las partes. No vaya a resultar caro a medio o largo plazo.

La clave de todo es que el Arcángel es lo que se llama un conjunto inmobiliario. Tiene una parte puramente deportiva y otra que no lo es parcialmente ocupada por instalaciones municipales en la estructura de preferencia. Si cabe, lo que tiene más valor es el espacio vacío (que puede llenarse) que se encuentra bajo los asientos diseñados por el equipo de arquitectos que lideró el fallecido Antonio González Cordón. A los 30.000 metros de estadio propiamente dicho, se le sumaron 27.000 metros cuadrados de oficinas y 30.000 metros cuadrados del famoso hotel.

Lo que se sabe del pliego es que se ha excluido la posibilidad de construir el hotel (que estaba vinculado a cambiar la Feria de sitio, cosa que no va a ocurrir en muchos años). El problema es que eso no es tan sencillo. La norma urbanística que regula los usos posibles del estadio es un plan especial vigente que recoge expresamente usos coadyuvantes y lucrativos. Y no es posible ceder el Arcángel y poner un canon elevado (sea de la que forma que sea) sin establecer pestillos de seguridad -como un calendario razonable para que las obras se empiecen y se acaben- y el caramelo de permitir una explotación comercial de todo ese espacio libre.