El Norte del Sur
'Simpa'
Lo que me ha pedido el cuerpo ha sido irme sin pagar después de una pésima atención en la terraza de un velador en una fría mañana
CÓRDOBA
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Iniciar sesiónLo que me ha pedido el cuerpo ha sido irme sin pagar. Por despecho. Por no dejar impune el agravio, la desconsideración. Por un furioso impulso de venganza. Estas mañanas tan frías y apetecibles de final de enero son un regalo. El domingo entero por ... delante. Un libro en la mochila. Un cuaderno. Un lápiz y una pluma. La música en la radio. Los ladridos del perro si se cruza con una paloma en la plaza del Arqueólogico, con un caballo en la calle Torrijos. Resulta que ahora el Mercado Medieval no es Medieval, ni tampoco Romano, sino Renacentista. Pues vale.
En la embocadura del Puente hay un tipo que se piensa que es Bravehart. Le falta el arma rudimentaria y letal escondida en la espalda, la que saca Mel Gibson cuando los dos soldados se le acercan al caballo en el poblado al que va a cobrarse con creces la infamia de su esposa. Igual la lleva. El arma. Por eso lo evito cuando paso a su lado. No sea que se enfade y la blanda.
El sol que invita a sentarse en un velador cercano. «Un café y media, por favor. Y un vaso de agua cuando pueda». «Mire, el de esa mesa dice que la quería con jamón serrano, no con york, así que le pongo la suya, que no la ha tocado. Así tiene que esperar menos. Ahí la tiene». «Bueno, pero yo quería media, no una entera, y si puede ser con pan caliente se lo agradezco». «Tampoco está tan frío, el señor de al lado dice que ni la ha mirado. Y no se ponga tiquismiquis». «Hombre, ya, entiendo que están liados. Pero caliéntela si no le importa. Y el agua, cuando tenga un momento».
Diez minutos. Un cuarto de hora. «¿Tienen azúcar?». «¿Por qué no la pide en la barra? Estamos hasta arriba, lo que le decía antes». «He ido. Me han dicho que se la pida a usted». «Es que Gonzalo es un 'escaqui'. Vaya otra vez e insista. Por lo que no paso es por hacerle siempre su trabajo». «¿Tiene el agua? Es que estoy seco. El aceite de la tostada que iba a comerse el señor de al lado da sed».
«¿Que Gonzalo no se la ha puesto? Siempre igual. Va y se lo recuerda. Que no tengo yo que estar para todo». «¿Tiene la cuenta? Y el agua, si se acuerda. O si se acuerda Gonzalo». «A quien tienes que pagarle es a él. Haces la cola y le das el dinero. Ya tengo bastante con atender las mesas, ¿me comprendes?». «No, no la comprendo. ¿Y usted me comprende a mí?». «Eso, con Gonzalo». Pago sin ganas. Me voy. No volveré.
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