Patrimonio
Los expertos buscan más protección para la Mezquita-Catedral de Córdoba un mes después del incendio
Los conservadores del templo toman nota de las mejoras, pero recuerdan que funcionó el plan
La buena colaboración institucional y el conocimiento de los trabajadores, claves en la respuesta
El Centro de Patrimonio de la Unesco agradece al Cabildo la «ejemplar» actuación en el incendio de la Mezquita-Catedral de Córdoba
Daniel Muñoz, jefe de Bomberos de Córdoba: «El incendio en la Mezquita ha sido uno de los más complejos»
Córdoba
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Iniciar sesiónLa frase no ha dejado de sonar desde agosto en la cabeza de quien la escuchó. Se pronunció en una mañana de octubre de 2024, cuando ABC visitaba la restauración de las obras de la maqsura de la Mezquita-Catedral, que habían empezado ... por las cubiertas. Para llegar hasta allí era necesario recorrer el monumento por sus tejados y de camino los arquitectos conservadores se extendían en detalles.
En aquella comitiva que componían además el canónigo obrero, los arqueólogos y los restauradores, alguien habló de los caminos por el tejado e hizo una revelación que el tiempo ha demostrado cierta: «Cada tres meses vienen los bomberos para conocer los caminos de acceso a cada parte de la cubierta. Así lo recuerdan». Los que estaban presentes quizá tendrían en la cabeza el estremecimiento del incendio de la Catedral de Notre Dame, en abril de 2019, y cómo entonces muchos preguntaron por la forma en que el gran monumento cordobés afrontaría la situación. En aquellas décimas de segundo acaso pensaran que era mejor quedarse con la duda.
La Mezquita-Catedral un mes después del incendio, en imágenes
Valerio MerinoLa obra de urgencia ya ha conseguido eliminar muchos de los restos del fuego
No pasaron diez meses hasta que una noche de verano, cuando muchos de ellos descansaban y otros disfrutaban de vacaciones, todos los presentes en la conversación tal vez recordaran a los efectivos del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) del Ayuntamiento de Córdoba dirigiéndose por el camino más corto para actuar ante aquello que en octubre era una hipótesis trágica y en agosto una realidad que cortaba el aliento: ardía la Mezquita-Catedral.
La intensidad de lo sucedido desde la noche del viernes 8 de agosto de 2025 incluso consigue que extrañe la cifra: sólo ha pasado un mes desde aquel momento y puede ser el momento para que los que desde entonces no han dejado de pensar en lo que sucedió y en la respuesta, en las causas y en cómo aquella aciaga noche tiene que marcar la conservación del edificio en los próximos años, hagan balance.
«Evidentemente, fue un impacto, un shock». El canónigo obrero de la Catedral de Córdoba, Pedro Soldado, resume lo que supuso para él la llamada de aquel viernes por la noche y también lo que experimentaron muchos ciudadanos que para siempre recordarán qué hacían y dónde estaban cuando les llegaron al teléfono las imágenes del fuego que salía por las cubiertas de la zona oriental, la de Almanzor.
«El fuego nos ha sugerido intervenciones que teníamos y ha confirmado algunas lecturas»
Gabriel Rebollo
Arquitecto
Hoy se sabe que la primera llamada llegó a los bomberos a las 21.11, cuando los operarios de la Mezquita-Catedral detectaron el fuego junto a la capilla de la Anunciación y pidieron ayuda cuando comprobaron que no podrían apagarlo por sus propios medios. El fuego se encaminaba a las cubiertas y a las vigas de madera y poco después, cuando todavía no era de noche, las llamas empezaron a sobrepasar el techo y se veían desde la calle.
Desde aquel primer momento se pensó en las causas, y aunque la investigación de la Policía Científica todavía no ha terminado, el origen se encontró en un vestíbulo, un espacio situado junto a la capilla de San Nicolás que se utilizaba para almacenar algunos elementos de limpieza, pero también sillas.
Hay que esperar a las conclusiones, pero las primeras investigaciones apuntan a una de las barredoras con que se realiza la limpieza del interior. La batería de litio habría comenzado a arder y se prendió a la cortina y al resto de elementos presentes en la zona, aunque no hay conclusiones definitivas.
Los bomberos llegaron en tres minutos según un plan previsto, porque todos conocían por dónde tenían que actuar y cómo. Hay números en las casi veinte naves del edificio y todos los efectivos han tenido que caminar alguna vez por las cubiertas. «Nadie quería el incendio, pero nos ha hecho caer en la cuenta de que tenemos un equipo de mantenimiento extraordinario», dice Pedro Soldado. Había también un plan de protección contra los incendios que funcionó. Los efectivos tardaron tres minutos en llegar.
Después se sabría que el fuego que dañó la capilla de la Anunciación también pudo afectar a la cubierta de la del Espíritu Santo, y que entonces se produjo una actuación trascendental de los bomberos, que abrieron un butrón, un agujero en el techo, para apagar el fuego desde allí e impedir que se extendiera al resto del monumento. El susto empezó a pasar, pero hasta las 0.17 horas del sábado no se dio por controlado y a las 2.35 quedó extinguido, y los bomberos pasaron allí la noche por si se reactivaba.
Como reveló el jefe de bomberos en una entrevista en ABC, se presentaron también algunos efectivos que no estaban de servicio, pero que acudieron a prestar ayuda ante la impresión de lo sucedido. No fue una noche fácil para los bomberos, que además tuvieron que atender otros siniestros en la ciudad, pero la rápida respuesta, como después puso de manifiesto incluso la Unesco, hizo posible que los daños que causó el fuego fueran mucho menores de lo que podrían haber sido.
Gabriel Rebollo, uno de los arquitectos conservadores del templo, habla cuando ha pasado un mes que, a pesar de ser agosto, no ha sido de vacaciones ni descanso. Ni para él ni para muchos otros trabajadores del templo. De aquí, dice, se pueden sacar varias lecciones y también varias advertencias para el futuro. «El fuego nos ha sugerido algunas intervenciones y confirmado cosas», afirma.
Profesionales
Entre lo positivo está el funcionamiento del sistema y también el hecho de que la Mezquita-Catedral contara con un equipo de profesionales propio, en muchas ocasiones con una larga vinculación con la casa.
«Hay un equipo fijo, con obrería fija, arquitectos y unos arqueólogos fijos. Ese equipo es importantísimo, con albañiles, canteros, carpinteros, que conocen el edificio», asegura Gabriel Rebollo, que recordó cómo casi todos se presentaron en la noche del viernes, cuando estaban fuera de su horario de trabajo, por si su conocimiento y sus manos eran necesarias.
Muchos han perdido parte de sus vacaciones de verano para cooperar en los trabajos de recuperación. El plan previsto y la rápida actuación han merecido la felicitación del Centro del Patrimonio de la Unesco, que ha ensalzado la eficacia de la respuesta como «un ejemplo».
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No era pequeña su aportación, porque suponía no sólo compromiso, sino también un conocimiento profundo del edificio que era necesario en aquellos momentos. Su larga vinculación consigue además que sientan un mayor compromiso, porque su conocimiento de los materiales y de los accesos podía ayudar mucho en aquellos momentos críticos.
El suceso deja además la evidencia, dice Gabriel Rebollo, del buen comportamiento de las cubiertas. Como en todo el edificio, son de madera y se calcula la resistencia que presenta al fuego. «En los primeros 20 ó 25 minutos de estar expuestas al fuego reducen su tamaño útil, y muchas de ellas han resistido bastante bien, y eso ha evitado males mayores. Por eso la cubierta de la capilla del Espíritu Santo no se cayó», dice.
Ahora el equipo de arquitectos trabaja en la redacción del proyecto para la reconstrucción y se planteaba una duda. Son los cortafuegos, tan mencionados en España en un agosto marcado por el fuego. Las llamas se propagan de unas cubiertas a otras y lo que ha empezado como un siniestro muy localizado puede extenderse hasta tener dimensiones trágicas. ¿Podrían plantearse cortafuegos, es decir, espacios en los que no continúe la madera para evitar la propagación?
Es una pregunta que se han hecho los arquitectos y que tiene respuesta. El tejado se tiene que visitar de forma regular por el personal de obrería, para transitar con relativa comodidad, y las cubiertas son necesarias.
«El equipo humano que tenemos es extraordinario y ha dado muy buenos resultados»
Pedro Soldado
Canónigo obrero
«El criterio será el mismo que hemos tenido, que es el de trabajar con madera. Es un edificio de una calidad incomparable y está construido de una determinada manera. Si cambiamos, sería un falseamiento», concluye, y debe seguir con cubiertas de madera y con muros de piedra, como hasta ahora. La autenticidad es fundamental a la hora de actuar.
Porque la Mezquita-Catedral de Córdoba, aunque haya resistido en pie y en plenitud de belleza más de 1.200 años, es «un edificio frágil», y esa cualidad no la puede perder en aras de conservar también su autenticidad.
Eso sí, el fuego deja la lección de que cuando se comenzó a construir la Mezquita Aljama, y también en las sucesivas ampliaciones musulmanas y en las intervenciones cristianas que le dieron su aspecto actual, no había cables. «No había videovigilancia, ni luces, ni instalaciones que requiriesen electricidad. Ahora sí existen, pero eso aumenta el riesgo», asume Gabriel Rebollo.
Por eso era necesario el plan de autoprotección que funcionó bien y será necesario mejorar en el futuro. «Pudo haber sido una catástrofe, pero se quedó en algo que no fue tan grave», asegura el canónigo obrero, Pedro Soldado, que ahora recorre todos los días la zona afectada para comprobar el desarrollo de los primeros trabajos, los de urgencia.
El Cabildo ya había adquirido la pasada primavera una casa en la calle Encarnación, muy cerca del monumento, a la que estaba previsto llevar el material que se almacenaba junto a las dos capillas y que originó el incendio. Ya habían empezado incluso las obras para acondicionar el lugar, pero el fuego se adelantó. «Para mejorar siempre tenemos que aprender», afirma, en línea, con lo manifestado también por el arquitecto, que encontró otra clave fundamental en el espíritu de colaboración que reinó después del incendio.
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Así, en la mañana del sábado 9 de agosto, cuando no habían pasado ni 18 horas del incendio, los arquitectos de la Consejería de Cultura llegaron para trabajar junto a los del templo, y también la Gerencia Municipal de Urbanismo ofreció la mayor colaboración, como ensalza el profesional. Fruto de aquel trabajo se otorgó el lunes la licencia para las actuaciones de urgencia justo después del incendio.
A partir de ahora, queda la actuación para que la zona de las capillas de la Anunciación y del Espíritu Santo se recupere del efecto del fuego. Por ahora, los arquitectos trabajan en el proyecto de restauración y están en la fase de toma de datos, es decir, de observar el estado de las capillas y hacer un diagnóstico de aquello que está dañado para que vuelva a su estado original.
A partir de ahí será el trabajo que tendrán que llevar a cabo los técnicos tanto en la cubierta como en el retablo y los elementos ornamentales para que se despeje la huella del fuego, al menos en la parte física o artística. Lo que deja lo sucedido ahora justo un mes será más duradero y servirá para cimentar ahora la seguridad.
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