La merma de ingresos obliga a Cáritas de Córdoba a reducir su presupuesto de gastos y a recortar plantilla

Lo hizo en la presentación de la campaña del Corpus Christi 2025, este año con el lema 'Mientras haya personas, hay esperanza', que se hará presente en los siguientes días hasta la celebración de la solemnidad, el domingo 22 de junio.

Darío Reina explicó este martes que Cáritas arrastraba un desequilibrio desde hace tres años, por la «reducción de ingresos, donaciones y subvenciones», pero también por el «incremento del gasto de los programas que se mantenían activos para apoyar en la crisis que surgió del Covid».

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Por ese motivo, en 2024 ha sido necesario tomar medidas urgentes «para garantizar la sostenibilidad económica de Cáritas». El presupuesto de gasto se ha tenido que reducir un 13 por ciento, de forma que ha pasado de 3,4 millones de euros en 2023 a 2,965 en 2024».

Son, dijo, casi 400.000 euros de diferencia. El «duro ajuste presupuestario» que mencionó el director, se ha notado en los Servicios Generales de Cáritas Diocesana, donde la merma del presupuesto ha sido del 25%, en los centros residenciales, con un 14, y en la plantilla. Cáritas ha tenido que prescindir de un 20 por ciento de los trabajadores.

Los ingresos bajaron también. De 3,1 millones en 2023 a 2,6 en 2024, y en eso confluyen varios factores. De forma singular, la ayuda a los damnificados por la Dana de Valencia, a quienes se enviaron más de 300.000 euros.

Como explicó Darío Reina, se recaudó dinero que en circunstancias normales hubiera ayudado a Cáritas para su gasto ordinario en Córdoba. Los ingresos por aportaciones de socios y campañas se han incrementado en casi un doce por ciento , pero para los proyectos diocesanos ordinarios la aportación ha caído un 18 % con respecto a 2023.

Para solventar el déficit, el Obispado de Córdoba entregó a Cáritas a finales del año pasado una ayuda extraordinaria de casi 700.000 euros, mientras que el Cabildo Catedral aportó 170.000. La conclusión a todo eso no puede ser otra que «un llamamiento a no pasar por alto las necesidades ordinarias».

Porque Cáritas continúa trabajando: las ayudas para vivienda han subido un 50 por ciento, y las de suministros básicos, un 25. Se mantiene el programa de atención a personas que están sin hogar, en la casa de acogida, el área de baja existencia y la red de 42 viviendas tuteladas.

«Con una inversión de 686.000 euros, se ha atendido a 1.070 personas a lo largo de todo el año, entre ellas 408 que están sin hogar y a las que acompaña el dispositivo nocturno de calle», dijo el director, que también quiso destacar el acompañamiento a personas mayores, que llegó a 99 con 600.000 euros de inversión.

El de empleo atendió a 836 personas con una inversión de 340.000 euros, y de ellas 88 participaron en cursos de formación. Eso sí, «la verdadera fuerza de Cáritas se la labor que hacen sus 167 Cáritas parroquiales, en las que 1.500 voluntarios trabajan cada día de forma anónima».

Para mostrar su ejemplo habló Amparo Velasco, voluntaria de la Cáritas de la parroquia de San Miguel, que habló de cómo se mantienen entrevistas personales con las personas que van pidiendo ayuda, «para mostrar cariño, cercanía y afecto», y se da importancia a la escucha y al acompañamiento.

Un ventilador, dijo, puede ser fundamental para ayudar a una familia que pasa calor en su hogar, pero se ha atendido muchas necesidades, desde la búsqueda de trabajo hasta la ayuda a los hijos y la orientación. Dos personas voluntarias, cariñosamente llamados ángeles de la guarda, les acompañan de manera permanente.

La lucha contra la soledad no deseada en las personas mayores será algo que crezca en los siguientes años y ya han empezado a hacerle frente con encuentros en los que se fomenta la convivencia.

En la presentación, el obispo de Córdoba, Jesús Fernández, quien insistió en la necesidad de repartir esperanza, porque «Jesucristo, como buen samaritano, sigue levantando al que está caído por la desgracia de la falta de trabajo, de la falta de compañía».

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Por eso ensalzó el trabajo de los voluntarios y de las personas que colaboran económicamente, pero también insistió en la importancia del voluntariado: «Es una forma de ayudar a necesidades que no son siempre materiales».

Porque lo que tiene claro el obispo de Córdoba es que hay, además de la pobreza material, una pobreza cultural, que evita salir de los círculos de la pobreza, y también religiosa, «de personas que no conocen al Señor». Jesús Fernández terminó invitando a los cristianos «a trabajar frente a ciertas ideologías que demonizan a personas de distintas culturas, de distintos credos y a minorías étnicas».

«Puede ser algo peligroso, porque crea barreras, fragmenta a la sociedad y hace que estas personas puedan quedar excluidas de la mesa de la fraternidad que comparte el pan de cada día y ayuda a las necesidades», manifestó.