España no se rinde

Por otra parte, no sé de qué me sorprendo, porque esta gran nación que tantas luces y glorias ha protagonizado en la Historia, sus peores momentos le han llegado precedidos de traiciones internas, precisamente desde las alturas de poder. Como aquellos hijos del candidato derrotado al trono del reino visigodo de España, que prefirieron franquear las puertas de la península a los ejércitos del islam, antes que aceptar a don Rodrigo, el candidato vencedor. O cuando entre Carlos IV, Fernando VII y Godoy, abrieron la frontera al ejército napoleónico, so pretexto de facilitarle el paso a Portugal, y terminaron entregando la soberanía e inaugurando el estéril siglo XIX que escindió a España en dos bandos.

La tremenda crisis actual española tiene su origen, básicamente, en un personaje nefasto: José Luis Rodríguez Zapatero. Él fue quien en 2004 analizó que el PSOE tendría muy difícil derrotar al PP si no se saltaba las normas y actuó en consecuencia. Sin menospreciar errores pasados de ambos partidos alimentando a la bestia del nacionalismo, Zapatero fue quien dio alas al independentismo y desenterró el cisma de las dos Españas, sepultado en 1978 con la concordia y reconciliación que supuso nuestra Constitución, reflejo del anhelo de la sociedad y de los grandes políticos que la representaban. Entonces empezaron por parte de la izquierda los acosos las sedes del PP y el «cordón sanitario» a la derecha… Es decir a media España.

De aquellos polvos estos lodos, que dice el refrán. Un auténtico barrizal de hecho. Ministros comunistas en el Gobierno de España que se han dedicado a llamar fascistas a todos los que no pensaban como ellos y el frentismo y sectarismo permanente en la labor del ejecutivo, que ha gobernado al servicio de una ideología y de los intereses personales de Pedro Sánchez y no del bien común. Y ahora, en una vuelta de tuerca más, la desautorización de nuestras instituciones y la quiebra de la igualdad entre españoles.

¿Qué podemos hacer en esta hora aciaga? Cada uno en su propia parcela y de acuerdo con sus responsabilidades, reivindicar y trabajar por una España de ciudadanos libres e iguales. Y alzar la voz en un clamor, nítido, sereno, limpio, sin estridencias ni violencias, contra este atropello y quienes lo protagonizan. España no se rinde.